Suspiren manas, suspiren por su Christian Grey y su mommy porn, como fue bautizado por la prestigiada lista de libros de The New York Times el libro “Las 50 Sombras de Grey”, no sabemos si de broma o en serio, pero así le pusieron al género inaugurado por la autora debutante Erika Leonard James, una trilogía narrativa que se convirtió en película, misma que abarrotará (¿arruinará?) los cines a partir de este viernes.
Bueno, pues Christian Grey, sadomasoquista mirrey con cara de baby face, conduce un Audi R8 en la película, y eso, mis amigas, es lo único que me emociona, por no decir, me excita, del filme…
Miren antes de continuar la lectura:
http://youtu.be/G-Eu2WSjCUQ
Para causar envidias
No es por presumir, pero mi último galán traía nada menos que el Audi R8 V Spyder, blanco y divino, nomás para dominguear, auto que también sale en la movie junto con otros cuatro modelos, incluida la camioneta Q7, que Miss Audi, Laura Tirado, puso en mis manos la semana pasada. Es la más elegante de la marca, creada para hombres y mujeres sofisticados que nos gustan los espacios amplios con muchas monerías para encerrarnos en nuestro mundo lujurioso, digo, lujoso.
Lo primero que noté fue el “efecto Audi”, y no es otro que toda la bola de intensos que trataban de arrimarme lámina a ver si me ganaban; era rarísimo, me retaban a carreritas o me intentaban tapar el paso. Es más, uno insistió en volantear hacia la izquierda con todo y que yo ya estaba parada, así eran sus ganas de echar lámina a tan maravillosa nave.
Si les digo que su diseño es curveado, S line, con acabados de aluminio en puertas y parrilla Sigleframe, no les dirá nada, así que lo traduzco en esto: causa envidias, muchas envidias.
¿Who is Christian Grey? No: Who is Gabriella Morales-Casas, bitches
Eso pensaba en mi fantasía automovilística sadomasoquista (yo me estaba viendo con algún torero metido en mi camioneta vestido de luces… o algo así), cuando un agente de tránsito en su moticicleta me sacó del idilio. Resulta que se quiso pasar el alto, pero como los demás no lo hicimos se estampó contra nosotros cual pelota de ping pong y terminó con un escandaloso golpe en la camioneta ubicada delante de mí, no sin antes dejarme un rayón para el recuerdo.
La más panchera fui yo, no sé si porque el Audi era prestado o porque me sacaron de mi fantasía Las Cincuenta Sombras de Olé, pero luego de pegarles un par de voces a todos los agentes bully, me subí a mi Audi Q7 y me fui en orgullosa duquesa de Bucareli.
La ruta digna de mi Q7
Me dispuse a recoger a mis amigas para dirigirnos al nuevo restaurante boutique Acento Culinaria MX, ubicado dentro del Hotel Downtown en el Centro Histórico. Entenderán que en tan hermosa nave no me iba a parar a comer garnachas en el Califa, ¿verdad?
Me fui, pues, con Ana Carballido al lugar propiedad de nuestro cuatacho Claudio Poblete y la sommelier Paulina Vélez, donde el concepto va desde adquirir vinos e ingredientes gourmet, hasta picar tapas en las mesas de la terraza y disfrutar de sus numerosos cocteles, que by the way, tienen nombres de mujer. Uuuy, qué Grey está eso. Acento Culinaria MX está ideal para irse a tomar unos drinkis after office y comprar un champagne para el after diner (o sea, para degustarla al estilo Grey luego de una deliciosa cena, jejeje).
Pero no fueron los únicos drinkis de la semana, ¡no! Decidida a echar rostro con mi Audi y sus sexies dimensiones, me fui al Pleno de la Condesa, en Citlaltépetl, con varios amigos, donde disfruté una degustación de los delicioso vinos españoles Canals & Nubiola y los cavas de Freixenet, maridados con taquitos belly dance (como bauticé a los pork belly), botanas de pulpito y baby squid, así como alitas de pollo al BBQ. Todo ello, creación del chef Alberto Kalach, quien no se espantó con los sucios temas que tocábamos en esa mesa. Oh, my Grey.
La popularidad que la Q7 me proporcionó entre los amigos me incitó a llevarla a casa de mi amigo Jorge Navarijo (periodista político, zzzzzzzzzz) la noche siguiente, para tratar de impresionar al también amigo Luis Lupone, documentalista de prestigio al que no es fácil impactar (ni cuando ganan sus Palmas de Oro, manas), y cual niño en go kart me acompañó a darle un rol al Audi.
Como la camioneta cuenta con Control de Estabilidad Electrónica para equilibrar el centro de gravedad en las curvas, las agarramos con alegría en el Viaducto pasada la medianoche. Ahí veníamos felices mientras Lupone me instruía en las artes del modo Offrode y probábamos los frenos de distribución electrónica con presión (EDB), cuyo objetivo es la seguridad del conductor. Dimos un súper paseo donde pude comprobar las bondades tecnológicas de mi Audi favorito.
Por cierto, a mis amigos del cine no les gusta eso de Las Sombras de Grey.
Efecto sado
Ahora, no me pregunten detalles de petrolhead sobre el motor, eso no está Grey; yo lo voy a resumir con lo que siento yo en mis manos y lo que me produce (eso sí está Grey): poderío al volante; resúmase esto en que puedo darme el lujo de acelerar y rebasar sabiendo que no tengo que ponerle el pie hasta el fondo para que responda, porque a mí me encanta acelerar y frenar con precisión sin que se me mueva el volante o me rechinen los frenos; eso no pasa con la Q7. Es como un buen amante: sabe lo que quieres y sabe cómo te lo da. (OMG, ¿en serio lo escribí?).
Sí, mi Q7 Grey piensa casi al mismo tiempo que mi cerebro de 500 caballos de fuerza imaginativa; antes de terminar de pensar ya estoy haciendo lo que estoy pensando, y agradezco que la máquina lo ejecute al mismo tiempo; en caso de que mi cerebro vaya más rápido que el coche, este tiene unas luces indicadoras en cada espejo para advertir que se aproxima otro auto por el carril de al lado, por si quieres pasarte a él. No es que el Audi conduzca solo, pero sabe hacer su buena chamba (¿Lo volví a escribir?).
En el tránsito, por otra parte, es como un galán interesante y entretenido, te hace el trayecto divertido y dan ganas de que no acabe la ruta, primero, porque no se oye el escándalo de afuera; segundo, puedes conectar tu celular y poner música con calidad Bang & Olufsen y escuchar a Barry White (o bueno, al que sea que toquen en Las 50 Sombras de Grey, ¿cómo va? Lo-lo-love me like you doooo), y tercero, porque te pone en mood relax con sus lucecitas azules súper cutes y su control de mando, que tiene un botón que rota de acuerdo a la función, así que no te estás distrayendo en nada, sino que con un grito te obedece. Sí, señor.
Uf, eso está todavía más Grey: “Marcar al Matador Fulano”. Uffffffffffff, esos trajes de luces parecen las luces LED de los faros…
Lo mejor, claro, es el espacio interior; de verdad, es enorme, te cabe todo: la Birkin, el café orgánico (no el del Oxxo), el CH extendido, los loubies y el estuche de make up para al rato, además de todos tus cuates (o toreros) súper cómodos (o con todo y avíos). Por último: los asientos son una maravilla, tienen hasta un botoncito para que se acomode a gusto en la espalda baja. Sólo le falta masajear… Uuuuy, masaje, toreros, Greeeeey.
Ya estoy como Vanessa Bayer, la comediante de Saturday Night Live, que hizo una parodia de «Las 50 Sombras de Grey» para Universal Pictures. Chequen:
http://youtu.be/utP3ROiT_DM
¿No mueren de risa? Así podría verme yo pensando en toreros protagonizando «Las 50 Sombras de Grey» si viniera en mi taxi con la lonchera Godínez, vestida de mallones y con las uñas sin hacer; pero en cambio, miren mi look romántico con carita de Anastasia conduciendo mi Audi Q7, y piensen que detrás de las florecitas de mi suéter de seda y mi carita de niña buena se esconde una mente poderosa que corre a 500 caballos de fuerza pensando, de menos, en toreros; lo demás, no se los puedo decir.
Ufffffffff. Amo a mi Audi Grey
Nos leemos la próxima semana
Mi Twitter: @elprincipado