Se apagaron las luces, los focos del anuncio luminoso parpadearon hasta perder toda su fuerza, esfumándose, los ruidos disminuyeron poco a poco. Se había acabado otro día más de los 364 restantes, dejando encerrados en una caja fuerte, los chismes y secretos de la alta sociedad mexicana.
En la oscuridad, un cajón rechinó… se fue abriendo despacio, de él saltó la Dyson Queen, una elegante pistola para el pelo, se veía el linaje hasta en el cable que lo tenía enlazado como si fuera una trenza francesa. Su negro cromado se reflejaba en todos los espejos; ella estaba casada con un príncipe consorte Beurer, que venía de una familia de abolengo de Austria. Él era una plancha, alargada y estirada; un freak del control.
De este matrimonio surgieron dos hijos: Tangle el cepillo ancho, iracundo y caprichoso y Conair, el cepillo redondo, soberbio y altanero. Desde su infancia marcaron sus diferencias, haciéndose enemigos; en cada cabellera peinada se disputaban su triunfo. Éstos cuatro formaban parte de la familia real, ellos eran “Los DYSON-BEURER”.
Dentro del reinado estaba Maybelline, el barniz de uñas, quien era el consiglieri del salón. También estaba Unuma Takane, el General Tijeras (de descendencia takataka) que se salió de su otro trabajo, ya que al final solo jugaban: piedra, papel ó tijera, por falta de clientela. Al contrario de este salón que se entretenía con las viejas chismosas, cortando sus cabelleras al ritmo de sus devoradoras lenguas.
La chismosa del salón era “Clip-clap”, la pinza. No tenía ni un pelo de tonta… eso de andar de cabellera en cabellera hacía que se supiera todos los chismes del lugar. Ella era la líder del S.B.E (Sindicato de Belleza y Estética), del cual formaban parte horquillas, pasadores, tubos para el pelo, pinzas, guantes… este gremio tenía un sueldo base, mientras que los otros eran comisionistas.
Todo funcionaba al dedillo hasta que un buen día de una descarga eléctrica, la Dyson Queen ¡TZZ…! ya no prendió y el reino se tambaleo, no se sabía cuál de los descendientes iba a subir al trono. Se hicieron las apuestas, empezaron las disputas en el velorio, cada gremio tenía a sus favoritos: las horquillas, pasadores y pinzas se unieron a Tangle, mientras guantes, tintes y mascarillas a Conair.
Los días pasaron, los pleitos se hicieron cada vez mas fuertes. El príncipe consorte, con los pelos de punta, decidió ponerle fin; los convocó para decidir cuál era el paso para seguir.
Los ánimos se caldearon y la única idea descabellada que se les ocurrió fue disputarse el reino con una competencia; las reglas establecían que podía concursar cualquiera que perteneciera al salón, la dinámica era peinar una persona calva que convirtiera su cabellera en abundante.
Sabían que esa semana tenían cita, el mismo día y a la misma hora, la señorita Florentina Kalva Rubio y Alessia Senza Cabelera. Las dos mujeres tenían diecinueve pelos en la cabeza: cinco de un lado, seis del otro, cuatro en el frente y cuatro en un costado; peinarlas era un gran reto para cualquiera.
El día de la competencia llegaron Florentina y Alessia al salón, sin saber que sus míseros pelos serían víctimas. Tangle y Conair escogieron quién iba a colaborar en su equipo, a los mismos les dieron pelos y señales para ganar: postizos, sprays, pasadores y horquillas corrían de un lado al otro con nerviosismo.
Solo el peine-tenedor y la laca permanecían viendo todo el espectáculo, asombrados porque ninguno de los equipos los había escogido. Ellos creaban volumen y estructura a cualquier ligera cabellera, sabían que el éxito era una gran cantidad de laca que hacía que el peinado durara por lo menos tres días. Permanecían atónitos y callados, hasta que llegó una cliente de poca monta, quien de prisas exigía que le hicieran crepé. Ellos, sin pelos en la lengua, se pintaron solos. Empezaron con la gran torre de medio metro de alto, que si la hubiera visto Babel, se le hubiera caído la baba, creando un trabajo churrigueresco ¡era espectacular!
Llegaron los jueces, el consiglieri y el príncipe consorte a verificar los trabajos realizados por los herederos. Tanto la cabellera de Florentina como la de Alessia estaban armadas con postizos, volúmenes falsos, que resultaban visualmente abultados, mientras que la fulana, con su crepé de medio metro, llamó la atención de todos. El peine, junto con la laca, trabajó con bajo perfil a la manera tradicional, con el movimiento del peine-tallado.
“El peine y la laca” se llevaron la victoria con honores, mientras que Conair y Tangle se tiraban de los pelos. Los campeones eran ganadores del reino y con ello la nueva dinastía KENT-CAPRICE iniciaba su reinado.
Colorín, Colorado esta de pelos que se haya acabado.