Naces, creces, te desarollas y ¡shazam!, llega la responsabilidad a tus manos con un llavero. ¿Te has preguntado cuántas llaves han pasado por tus manos en toda tu vida? A Pedro le llego el pitazo de que Jesús le iba a dar las llaves del Reino de los Cielos y antes de que dijera, como Mickey Mouse, cada quien para su house, no se pudo negar. Pensó que con el mistake de la triple negación a Chus, no se podía rajar, no habia otro remedio mas que aceptar con resignación. Pobre Pedro, le ensartaron un porvenir de siglos y siglos de responsabilidad.
Que levante la mano el que diga que no trato de abrir varias veces con mas de 10 llaves una puerta. El llavero es un gran invento que nos permite perder las llaves al mismo tiempo.
Si las analizamos, ellas dan poder, acceso, independencia, libertad, hay frases de ellas como “la felicidad es la llave del éxito” o “la humildad es la llave de todas las puertas”… que no se hagan los hocicones, me canso que se van por un tubo todas las bienaventuranzas cuando no las encuentran.
Si quisiera ser un super heroe, sería la antorcha humana, aunque en versión algo cambiada: en lugar de decir «Llamas a mi», diría «Llaves a mi». Pierdo mucho tiempo en buscarlas, es como si jugaran a las escondis y en 1-2-3 por mi, las méndigas no aparecieran.
Madrazos entre El Santo, el Cavernario, el Blue Demon y el Bulldog, luchando cuerpo a cuerpo con el publico enardecido gritando: “métele la Wilson, métele la Nelson, la quebradora y el tirabuzón, quítale el candado, pícale los ojos, jalale los pelos (sacalo del ring)” ¡y todo este desmadre por un par de llaves!.
Discusiones se generan alrededor de ellas, créanme yo he sido parte del desmadre, mi frase favorita, sobre todo estando en casa, es: «¿Dónde están las malditas llaves?», es el dilema de mis días para terminar con la frase: ¡Ay, ya las encontré!. Me han dicho que le ponga un sensor, un pompón, una funda con luz, que me las cuelgue. Puede ser que si fueran de Tiffany les pondría más atención. Aún así, aunque las adornara como árbol de navidad, las perdería. Pero ya les llegará el día a las malditas de desaparecer, aunque la llave maestra se haga la desentendida, ya que las están sustituyendo por claves o por huellas digitales… ahora si ya les cayó el chahuistle malvadas.
Yo admiro a toda las personas que las tienen catalogadas y que saben dónde se encuentran, solo ellos, óiganlo, saben sus diferencias, para mí todas se ven idénticas. No sé si les pasa que abres un cajón y te encuentras con un sin fin de llaves, todas ellas con la misma dentadura, sepa la bola de donde son, en esta época de Crownvirus uno de mis retos ha sido saber qué puerta abren, obvio sigue siendo un proyecto, de plano su destino es que seguirán siendo llaves del olvido.
Mi papá murió hace 30 años. Encontramos entre sus cosas una llave de una caja de seguridad del banco y a mi mamá primero le dio el telele, después le ganó la intriga. Ustedes imaginarán toda la polémica familiar que se hizo alrededor de la dichosa llave. ¿Abrirá una caja de seguridad con dinero o brillantes? ¿Nos habrá dejado algún documento importante?. Éstas y otras dilucidaciones formaron parte importante de la plática familiar por semanas, hasta que dimos con el banco y, con ello, la caja de seguridad perteneciente a la llave encontrada. Mi mamá ese día se levantó muy nerviosa, pensando qué iba a encontrar y ¿qué creen? Resultó que la caja estaba ¡¡¡vaciaaaaa!!! Tanto sufrir para nada, por eso les digo: si ellas, las llaves, supieran la importancia que tienen en nuestras vidas gobernarían al mundo…. las necesitamos hasta para llegar al cielo.
Texto hecho por Natalia Gleason Alcantara, escríbeme y envía tus comentarios a natsart68@gmail.com o twitter: natsart68
Instagram: #nats68art
Blogspot: nataliagleason@blogspot.com