¿Quién no creció con la frase “Date prisa que llegamos tarde”? La prisa es una trampa del tiempo. Consulto poco el reloj, pero él se rie de mi con sus múltiples alarmas, el tictac me esclaviza, el TDA no me ayuda ni tantito, soy un ser multitarea (hacerveintemilcosasalavezperoningunabien), me falta tiempo. Mi hijo me dijo: tu día tiene 24 horas con 15 minutos, tu año tiene 375 días con 47 horas, para que vayas haciendo tu calendario personal y no te ilusiones que los días para festejos sean los mismos.
Por lo mismo, usamos la fórmula – tiempo = + prisa = impuntual; no pueden existir uno sin el otro. Poniendo un ejemplo: hago cuentas para dizque planear mi día, digo dizque por NUNCA, oiganlo NUNCA, me salen la cuentas.
Total, mi mañana es un desastre, entre interrupciones y mi no saber qué iba a hacer voy tarde a mi junta, salgo como perro mojado de la regadera y con el suéter al revés (obvio, el desayuno y el arreglo los hago en el coche). Voy y vengo, buscando y encontrando, todo se me olvida. El vigilante de la entrada hace apuestas para ver cuántas veces regreso a mi casa, significado: número de pendejadas que olvidó. Veo la hora y es como si me hubiera tomado 2 espressos dobles al hilo. Me pongo cardiaca, pienso ¿cuánto tiempo gana uno cuando va a toda velocidad?, chicle y pega y si llego a la cita que tengo ¿porque no? mi optimismo me levanta el ánimo. Claro, voy 20 minutos retrasada, sigo en el ácido, salgo como pedo de indio, pero pareciera que voy invocando al tráfico con semáforos en rojo, que me acompañan muy lindamente todo el camino los malvados. Llego a mi lugar de destino, abro la puerta del coche, pongo los dos pies al vacío y de repente see you later alligator, puff, la chica de humo…me esfumo al caer directito en el profundo boquete de una coladera que estaba abierta. Son segundos de incertidumbre, literal me mandaron por un tubo, al tubo de la coladera. Gracias a Dios mis brazos los he puesto en jarras. Si Batman me hubiera visto, me hubiera felicitado, saque mis alas y con eso no me he ido hasta el fondo de ella. Mi paisaje son coches a toda velocidad pasando a lo largo, mi cabeza a mil pensando ahora como fregados voy a salir de ésta. Con muchos esfuerzos salgo a la superficie, me arrastro por la calle como si estuviera en un campo con granadas, logro llegar a la banqueta y me tiro. El dolor en mi pie punza, la gente pasa, me mira y dice: “Mira esta que pasón trae…que mal viaje, hasta acá me llego el hornazo!”. ¿Habrán sido los kilos de sudor que deje por el esfuerzo? Ahora entiendo la frustración de los pachecos. Logro recuperar la conciencia, se me baja la adrenalina y me doy cuenta de que tengo el pie roto, que las prisas no me sirvieron de nada, solo que le añadieron más retraso a mi vida. De todos modos me tuve que disculpar porque no logré llegar a la cita y con la historia de la coladera muy al estilo “Misión Imposible 8” ni Tom Cruise creo que se la crea; si solo le hubiera bajado a las 200 revoluciones a mi prisa, pero no, yo terca de andar como el alma que se la lleva el diablo.
Imagínense en tiempo de Jesús, muy a doc en tiempos de Cuaresma, mandando un meeting request de “cena con discípulos a las 18 horas”, con prisas porque se le olvidó mandarlo el domingo de Ramos, los cita en rush hour, tienen 2 planes: el A) iban a cenar cordero y el B) San Pedro (el más participativo) se emociona y lleva pan ácimo para todos, pero no tomó en cuenta que San Juan era celíaco, San Mateo intolerante a la lactosa, San Lucas estaba en una dieta keto, todos con su celular en mano, pidiendo por Ubereats lo que iban a cenar y llegando todo a destiempo. Algunos otros comiendo sopas Maruchan porque no pudieron conectarse, eso si todos le entraron al vino que llegó vía Amazon con singular alegría, mandándose whatss con memes de Judas entregando a Jesús y otros con la negación de Pedro, narrándolo por Instagram en su historia: eso sí, con una música de fondo de “Jesucristo Superestrella”. El pobre de Jesús con caradeaquinopasanadalotengotodocontrolado, haciéndose selfies porque después no iban a salir todos juntos. Jesús suplicándoles que no perdieran el tiempo, que apagaron sus celulares, porque a Judas se le iba a hacer tarde para entregarlo y ¿cómo dejar a los soldados esperando?; de LOCOS, rewind… en la pintura de Leonardo Da Vinci de la “Ultima Cena” se ven todos tan, pero tan calmados.
La prontomanía solo ha causado gritos, desacuerdos, peleas, olvidos… ¡párenme que ya me quiero bajar! Ya no me pongo con Sansón a las patadas, quien vive de prisa no vive de veras, aparte no me conformo con tenerla sino la comparto. Sé que tienen razón, ya me cayó el chahuistle, tengo material para armar una telenovela, como si vivir aprisa diera prestigio y el ahorrar tiempo me ayudara con mis finanzas, es lo que se desata día a día en mi casa, he tratado de organizarme, pero confieso soy todo un desastre. Mis papás, unos santos por tenerme paciencia, me retrasé hasta el día en que nací con el cordón umbilical enredado en el gaznate, resorteaba entre idas y venidas a la matriz porque pensaba que había olvidado algo y ahí empezó todo el dilema de mi vida.
Creo que Prisa se ha vuelto parte de mi vida. Órale, eso sonó a anuncio de El Palacio de Hierro. En fin, los dejo, pero gracias a Dios me acordé del cumpleaños de Ale mi sobrino adorado ¿por qué no un hip, hip, hurra y fanfarrias para él?. Me pongo la camiseta para correr a grandes zancadas y llegar a tiempo, aprieto el pie al acelerador, la función no acaba, ni con eso su final, mas bien volvemos a comenzar….
Texto e ilustración hecho por Natalia Gleason Alcantara, escríbeme y envía tus comentarios a natsart68@gmail.com o twitter: natsart68
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