Todo listo para la gran gala «Manos por México» en el Auditorio Nacional con Pedro Friedeberg y Yuri

Varias intenciones se dan la mano en la reunión de propuestas de los artistas convocados alrededor de una pieza clásica: la Mano-silla del mexicano Pedro Friedeberg. La Fundación Vicente Ferrara, que realiza acciones tendientes a combatir la pobreza, apela, en complicidad con los artistas convocados, a la estrategia de la subasta para reunir fondos y dejar huella de la pluralidad de estilos e imaginaciones que conviven en el México contemporáneo.

El sueño del artista, la pieza emblemática del surrealismo que Pedro Friedeberg creara en madera en 1961, ha sen- tado el sueño de otros. Una mano-silla que impacta porque nos propone abandonar el peso del cuerpo entre su palma. Sentirnos contenidos en una mano gigante. Porque una mano protege, lleva; permite el descanso, el estar, el pensar, el reírse. Pero también una mano atrapa, estrangula, posee. Cuántas referencias a la mano viven en nuestras expresiones coloquiales: “traerse algo entre manos”, “dar la mano”, “echarse una mano”. Los artistas y Manos por México se echan una mano y aceptan el reto de intervenir, trastocar y hacer que nosotros, los espectadores, miremos de otra manera esa silla ahora clásica. Añaden al arte de Friedeberg su propia, luminosa, audaz, irreverente, juguetona e inquieta mirada.

Las piezas que podemos disfrutar en este catálogo, exhibidas en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, fueron elaboradas por artistas plásticos, arquitectos y diseñadores que, sobre la base de fibra de vidrio y polímero de la silla modelo, desplegaron técnicas e imaginaciones. Hubo quienes a la pintura sumaron objetos: chinches, libros, perlas, trompos, plantas; o la cubrieron de petate o rebozo, la transfiguraron en nopal o la enguantaron para que fuera una mano misteriosa o elegante; también hubo quien la volteó o la metió en una jaula y colocó en su palma- posadera otra jaula pequeña. Con sus propuestas, cada uno de los artistas lanzó una provocación y abrió un diálogo. Los nuevos títulos aluden a la ambigüedad y al humor: juguetones, se sumaron al discurso de la pieza, como en Mano negra o Mano de obra. Hubo quienes optaron por la relación de la mano con el corazón y lo sentaron en ese trono anatómico; quizá porque el corazón se entrega o por ese verso imprescindible: mi corazón deshecho entre tus manos que Sor Juana nos legó para siempre. También alguno escogió la vocación vidente de la mano y la llenó de líneas y de futuro, tal vez porque si nos sentamos en ella, las dotes de la quiromancia tendrán mejor destino.

A través de 180 manos-silla intervenidas por imaginaciones diversas, se puede reconocer el sello de Vicente Rojo en la ventana que enmarca la silla, las geométricas esculturas de Sebastian, las texturas y rojos sangre de Manel Pujol, la cuadrícula escurriente de Alberto de Castro Leñero, la silla chimenea de Gabriel Macotela que nos remite a sus es- tructuras intervenidas en el Periférico, o los ángeles de Carmen Parra que hace de la silla un cielo; o descubrir artistas como Adam Wiseman que ha hecho de la silla rematada por varillas un reflejo de las construcciones mexicanas que aspiran a crecer, a Ariel Rojo y su silla fractal, a Gabriel Boils y su silla mapa o a Claudia Perenzalez y sus rojos hilados.

De Oaxaca, Tamaulipas, Baja California, Veracruz, Sinaloa… o provenientes de otros países, los artistas hacen de la Mano-silla un banquete lúdico; la devuelven al espectador para que sienta la mirada o quede en aprietos (Pase usted, tome asiento de Emilio Rangel). Sillas mutantes que multiplican el diálogo del artista con el tiempo; sillas audaces, impensables, graciosas, adustas, míticas, cobijadoras, increpantes de los artistas de este tiempo que pro- ponen un juego de espejos para que las posibilidades crezcan al infinito.

El lenguaje de la plástica se ensancha con la provocación de las palabras que nombran y que reproducen para el asombro de nuestra lengua viva, termómetro del presente, las manos de nuestro hablar. Si echamos la mano y pedimos mano, si tenemos el tiempo en las manos y evitamos la manita de puerco, si ponemos las manos en la masa y decimos mano para amistarnos, en este catálogo de talentos e imaginación, el asombro nos lleva de la mano.