Queridos todos, me es muy difícil poder escribir mi habitual y divertida columna el día después a la explosión en el Hospital Materno e Infantil de Cuajimalpa. No somos ajenos a la desgracia. Lamento muchísimo lo sucedido y me manifiesto solidaria con los afectados. Los ciudadanos nos encontramos de luto por esta tragedia.
Por eso, fue desconcertante, y sí, indignante cuando vimos al medio día el tuit de la cuenta de Peyrelongue Chronos. Enseguida, Ana Lucía García Gastelum, RP de la marca, informó a nuestra editora en jefe, Dolores Mateos, que un subnormal (eso no lo dijo ella, lo digo yo) hackeó la cuenta para burlarse de las madres del hospital.
Ni siquiera lo voy a repetir; pero lo peor fue que tenía 351 retuits y 118 favoritos. Advertí que, afortunadamente, muchos de ellos eran de personas que los retuitearon para después reprobar semejante cosa.
(Nota a pie de página: los Community Managers opinan que el afectado nunca debe responder o retuitear la agresión, y que los seguidores del afectado tampoco, y así evitar que se propague la información negativa. Si repruebas un tuit, no lo retuitees).
Sin embargo, muchos otros de esos favs o retuits, que revisé a consciencia reporteril, eran de cuentas parodias, o de personajes anónimos que celebraron el hecho, se burlaron de formas impensables de la tragedia y hasta amenazaron de muerte a otros usuarios que reprobaron el tuit hackeado.
Encontré, entre ellos, a una usuaria cuyo perfil la presentaba como “defensora de los derechos de los animales”, pero que dijo sin reparo: “Es la única vez que pisarán un hospital con clase (abc santa fe)” (sic).
Otros tuits de moral y criterios similares, y mucho peores –este estaba light–, le siguieron a ése; eran de una ignorancia y violencia brutales. Leí cosas horribles, horribles, que me mandaron a la cama con un hueco en la panza. Uno no se atreve a creer que esas cosas existen, pero Twitter nos ha liberado las fronteras de la información y el pensamiento para dejarnos ver que sí existen. Y causan escalofríos. Saberlo de facto me atribuló profundamente.
Pensé, entonces, que por eso escribo de sociales he dedicado toda mi carrera de 21 años a las soft news. Soy demasiado blanda para el periodismo de denuncia, para el mundo real y doloroso, como lo trabajan mis amigos de la revista Proceso, o los colegas de las fuentes hard news en diversos medios, incluidos los fotoperiodistas.
Tampoco me dediqué activamente a los derechos humanos –ni cuando estudiaba Ciencias Políticas–, como lo hizo mi padre durante su carrera jurídica, o como lo hacen mis amigas Malú y Maddy, quienes trabajan también en ese rubro con ONG’s.
Son seres admirables con una gran valentía, pero también con estómagos fortísimos y la piel muy dura. Yo elegí ser el remanso informativo; me gustan las buenas noticias.
También me acordé de todos los pleitos en la socialité por cosas que no son importantes, como si Fulanita dijo esto o Peregnanita bitcheó aquello. En esta burbuja maravillosa, nuestros problemas son esos (los otros, los reales, nadie los comparte en el coctel canapero). Luego de los tuits que les platico, aprendí lo que es la maldad verdadera. En serio.
Así que, no vuelvo a quejarme del agente de tránsito que se estampó en mi Audi prestado, no vuelvo a ponerme neurótica porque la vecina floja me vino a tirar la puerta a las 8 de la mañana para montarse a pintar en en mi barda. No vuelvo a pensar que eso es “malo”. (De menos, cuando tuiteo dichas vicisitudes cotidianas, lo hago con afán y objetivo humorístico).
Es más, doy las gracias por todos mis defectos –hasta por lo quejumbrosa y berrinchuda– porque ni en mis peores momentos me convertiría en los seres que arriba describo.
Estoy en shock y por eso no pude hablarles de lo que tenía planeado hoy. Simplemente no pude. Pido una disculpa por no haber cumplido con mi papel de columnista socialité y prometo que la próxima semana lo haré a cabalidad como nos gusta y como sabemos hacerlo.
Le mando un abrazo a mi amiga Ana Lucía y otro al querido Luis Peyrelongue. Qué pena que los utilizaron para mostrar vileza ante esta horrible tragedia que a todos nos tiene consternados. Reitero mis condolencias, expreso mi empatía y repruebo los tuits de odio.
La cuenta oficial de la boutique es ahora @Peyrelongue_C
Nos leemos la próxima semana.