Navidad, Navidad, linda Navidad…
Todo el año, la santa familia Sant Niklaus desde el Polo Norte llevaba haciendo ¡chin cham pú! con los telibles chinos que eran dueños del mercado de juguetes, pero gracias a la audacia de Nicolás junior, administrador y con una maestría en Mercadotecnia, había implementado el sistema ISO-9001. El mismo tenía un procesador, que eficientaba la producción de la fábrica.
En 2018 habían tenido un borlote con los renos; éstos se fueron a huelga, teniendo como líder sindical al “Burrito Sabanero”. Sus demandas eran:
1) Por maltrato de animales, logrando conseguir unos vales de alfalfa orgánica que cubría los estándares de la FAO.
2) Pedían que Santa bajara unos kilos de más, porque ya no podían arrastrar el trineo.
Papá Noel se sulfuró tanto, que le dio un patatús que lo dejó chocheando y dejando al heredero a cargo del changarro.
Él se preguntaba: dime niño de quien eres todo vestidito de blanco… ni en drogas se parecía a Papá Noel; el junior era apuesto, metrosexual, con su metro noventa y cuatro, con cintura treinta y dos centímetros, dientes blanqueados, la rosácea no se le veía debido a las camas autobronceadoras, el traje glow que utilizaba lo había mandado diseñar con Dolce&Gabbana, el mismo era multifacético se adaptaba al cambio climático y se iluminaba todas las noches. Nico tenía el control de todo su imperio, con la ayuda de sus duendes y sus manos libres.
El junior solo quería una noche de paz, noche de Dios…. Había visto muchos proyectos que habían dado frutos, como la app de los peces en el río, que de tantas panderetas y castañuelas fortificaban los bíceps y tríceps. Otro gran proyecto era el podómetro Casio, que se les ocurrió para contar los pasos de los pastorcitos que de tanto correr tenían los zapatos rotos. Otro el famoso juego del beer-pom, que la idea nació de la canción del Rom-pom-pom-pom.
El programa contaba con varios aspectos. Uno de ellos era que almacenaba a billón y medio de escuincles, el cual había depurado a más de la mitad de los mocosos salvajes y solo restaban los ingenuos angelitos… Ellos mandaban sus cartas por WhatsApp o por e-mail para evitar el uso de papel (ayudando a evitar la tala de arboles); otro gran logro es que tenían al supersantatrineoespacial armado con dos cohetes a los lados, un tanque de combustible enorme. Gracias a sus contactos, contaban con los permisos de la NASA para viajar en órbita.
El único punto sin resolver era la entrega de los regalos, ya que ni UPS ni DHL cumplían con los requisitos. Les mandaron un mensaje a los Reyes Magos al Lejano Oriente preguntando cuál era la solución, pero ellos se hicieron los occisos, dejándolos en visto.
Físicos y matemáticos se sentaron y analizaron varias teorías. El problema por resolver era: ochocientas cincuenta millones de paradas, viajando a una velocidad cercana a la luz (300.000 kilómetros por segundo) … ¡Imposible! ¿Si viajaran en sentido opuesto al de la rotación de la Tierra, contarían con otras veinticuatro horas para cumplir su misión?
Tras muchas horas de trabajo ¡La física cuántica fue la solución! ¿Si Santa se multiplicara? Entonces cada uno de los estados cuánticos del mismo le daría un regalo a cada niño, solamente con la condición de que estuviesen dormidos. Si un niño lograra verlo, se conocería la posición exacta, haciendo que el estado colapsara.
Ponte atento, porque este veinticuatro de diciembre, a partir de las doce horas, se va a hacer el primer prototipo para saber si los clones de Santa van a poder lograr su cometido.
Así que la maravilla depende de que nunca lo veamos, pues si lo llegamos a ver…dejará de existir.
Texto hecho por Natalia Gleason Alcantara, escríbeme y envía tus comentarios a natsart68@gmail.com o twitter: natsart68
Instagram: #nats68art
Blogspot: nataliagleason@blogspot.com