“La casa de mis sueños”, ¿cuántas veces hemos dicho esa frase? Definitivamente creo con firmeza que todos quisiéramos vivir en la casa de nuestros sueños, por esa razón, es imperante entender las necesidades de mis clientes y plantear una solución lo más apegada a esta Dream-House.
El día de hoy quiero continuar con mi relato sobre la casa en la Colonia Roma al puro estilo del Chealsea Londinense.
En el piso superior se encuentra la sala de lectura. Este espacio, al que pueden acceder las visitas, es un homenaje al Chelsea de los 70 y su bohemia sofisticación. Para ello, utilicé en el muro frente a la puerta de entrada, un papel tapiz café de motivos circulares y un color salmón muy claro para los muros laterales. En uno de ellos se colgó una escultura metálica de la época en latón y aluminio, continuando el ritmo de contornos circulares.
La sala en forma de “L” con mesitas integradas de caoba es de la década de los 60, la tapizamos en terciopelo color hueso para matizar la saturación y lograr un ambiente tranquilizador rompiendo los efectos voluminosos del tapiz. Al centro, una mesa de la década de los 40 sella la composición junto con el techo curvo, pues aunque la altura es obvia, el efecto logra compactar los elementos de las diferentes épocas en una sola mirada.
El cuarto contiguo es pequeño y posee un closet de pared a pared, este elemento forma parte de la casa por lo que no se podía mopdificar, mi cliente y yo decidimos hacer en el “el vestidor” y aprovechar al máximo los elementos para realzar su dinamismo.
Como en otros lugares de la casa, el closet estaba pintado en laca blanca intentando evadir su volumen adhiriéndolo visualmente a la pared. Decidí trabajar justo en sentido opuesto. No sólo resalté sus atributos, sino que lo revestí de nueva elegancia algo excéntrica. Las paredes se laquearon en tono cereza y el closet en violeta para estimular la intensidad cromática y la pureza visual. A la saturación de estos colores los contrasté con el espejo biselado y enmarcado en madera también laqueada en negro. Los detalles estuvieron en el candil de la década de los 20 que combinaba con las manijas de vidrio en tintes azul y oro, así como en el sillón individual de la década de los 50 que tapizamos de terciopelo en una tela con dibujo Jacquard azul.
La habitación principal tenía como pieza medular una cama de latón muy querida por mi cliente. El papel tapiz del muro donde se ubicría la cabecera es azul mezclilla con estampados barrocos en dorado, para lograr un ambiente pasivo y suave, pero al mismo tiempo sofisticado. Como punto de equilibrio a la cama, se colocó un espejo español antiguo en hoja de oro. Nuevamente utilicé cortinas de piso a techo, esta vez en terciopelo vino y gaza blanca. Los muebles complementarios fueron una comoda y buros Decó, en contraste con el sillón y puff de nombre Aloha de mi creación.
Con los baños de esta planta se siguió el mismo procedimiento que con el de visitas, recuperando el tono original de los mosaicos sobre las cubiertas del lavabo, pues buscábamos que se notara su sencillez y originalidad. Su textura y policromía era realmente hermosa y, la gran mayoría, se encontraba en perfecto estado.
Continuamos con la idea de baños blanco y negro con distintas intensidades de dramatismo, pero ya no se utilizaron paredes negras que incrementaran la teatralidad. Ahora buscábamos sólo el contraste íntimo y elegante del blanco sobre negro. Repetimos elementos como el candil de Murano con cadena forrada en terciopelo y, le dimos preponderancia a objetos plateados y lumínicos como los espejos que se colocaron, incluyendo uno de aumento para rasurarse.
El contraste blanco y negro que se gestó a partir de las preferencias de mi cliente, por tener una sala con muros negros, me ayudó a crear un detalle divertido más. A él no le gustaba el piso laminado, prefería alfombra. Así, colocamos las alfombras a base de un juego de tonos entre gris oscuro y negro a manera de ajedrez, según las diferentes habitaciones de la casa, pero debió ser pegada, porque tampoco se podría lastimar el piso.
Dejo hasta aquí MI CONCEPTO sobre la solución creativa a través de materiales y formas, no sin antes recordar las palabras del diseñador chileno Juan Guillermo Tejeda sobre el arte:
“Si para los clásicos la ciencia es un saber, el arte era saber hacer, y este saber hacer encontraba su plenitud no en museos o en historias de arte, sino –como hoy el diseño- en la vida cotidiana”.
Yo, al igual que Tejeda, considero que el diseño en sus múltiples manifestaciones, es el arte de nuestros días. Esta es una época de cambio agotador y lo que sostiene a muchas personas en este constante devenir, es la posibilidad de refugiarse en sus espacios para vivirlos a plenitud.
Y eso, es un arte que interioristas, arquitectos y diseñadores, estamos tomando en cuenta cada vez más con mayor compromiso.
Mi compromiso como interiorista es trabajar en equipo. Debo decirles que el éxito decorativo en casos como éste, es el resultado de un esfuerzo junto con el cliente, pero también con profesionales de la transformación de mobiliario e interiorismo.
Dentro de mi equipo, cuento con la participación de investigadores en arte, cultura y semiótica como disciplina, quienes aportan nuevas perspectivas para mirar mi propio trabajo.
Ahora bien, ¿por qué vale la pena recuperar el pasado a partir de formas, contornos y figuras? Creo que, precisamente, el edificio Balmori es un gran ejemplo, pues se ha distinguido por ser un ícono de la recuperación de espacios en México.
Defendido por un grupo de artistas que impidieron, tras el terremoto del 85, que lo derrumbaran, más los 5 años que tomó remodelarlo anima a las nuevas generaciones de capitalinos a apreciar el pasado desde la estética arquitectónica.
La experiencia de los londinenses sobre este punto puede dejarnos varias enseñanzas.
La primera, es que no se puede pensar en la ciudad contemporánea sin pensar en Londres, cuna de la industrialización y la explosión urbanística, así como de las mutaciones en sus barrios y la recuperación de su esplendor. También, que esta ciudad de contrastes se esmera por reinventarse en todos los sentidos, y donde salta a la vista el nivel de diseño y la calidad de arquitectura que están desarrollando. Pero, sobre todo, Londres se vive como una ciudad cosmopolita construida a partir de la diversidad cultural.
Por su parte, México se encuentra inmerso en el cambio en todo aspecto. Hoy existe una enorme oportunidad para que las diversas realidades convivan aquí. De ahí que los diseñadores, arquitectos e interioristas nacionales, comenzamos a percibir que nuestro trabajo puede ser apreciado también en cualquier parte del mundo.
Hay un último apunte que quiero compartir con ustedes, un hallazgo que hice cuando investigaba más a fondo sobre los ingleses. La escritora Edith Sitwell, afirmaba que “la excentricidad es un rasgo notable en los ingleses, en parte, por una peculiar y satisfactoria certeza de ser infalibles, lo que constituye su sello distintivo”. Esto me hizo pensar: ¿qué diferencia existe entre lo excéntrico y lo surrealista? Hasta el momento no he encontrado ninguna.
Lo que encuentro es la similitud de lo insólito, de lo curioso, de lo fantástico e incluso de lo humorístico. Y a partir de ahí, ambos tenemos la enorme capacidad de hacer las cosas bien.
Erika Winters
Soy interiorista, decoradora y restauradora de mobiliario, durante 20 años mi pasión por el trabajo me ha llevado a enriquecer la vida cotidiana con un diseño interior atemporal, sofisticado y chic. En la restauración de mobiliario he encontrado una forma de expresar mi sentir y mi pensar.
Busco crear ambientes desahogados y serenos en lugares urbanos, pues considero que los espacios deben ser personales, prácticos y funcionales.
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