Cuando los jesuitas dejaron sus misiones tras su expulsión en el S XVIII, los viñedos de Cerocahui fueron destruidos, excepto algunos cortes secretamente replantados detrás de la casa de José María Sánchez. Su familia, preservó las vides con cuidados, protegiéndolas, cultivándolas y disfrutándolas por muchas generaciones hasta hace 25 años cuando el último Sánchez murió sin descendencia.
Las especies de uva roja, herencia del viejo mundo, estuvieron en peligro de perderse por siempre en Cerocahui, pero fueron rescatadas y salvadas por el jardinero de Sánchez, quien trabajando en el hotel Misión Cerocahui, decidió restaurar la vid, plantando cortes en terrenos fértiles no utilizados, adyacentes a la Catedral de Piedra, construida para los Tarahumaras y el orfanatorio para los niños indígenas.
El vino blanco Chardonnay, es un vino expresivo, ofrece un refrescante aroma de frutos cítricos maduros con ligeras notas florales y de vainilla, vino limpio, de gran frescura, con sabor a manzana, pera, pomelo, y un leve dejo a especies dulces. El final es largo y persistente con una acidez fresca y bien integrada.
Su vino tinto, un Cabernet Sauvignon tiene aroma que remite a frutos negros, pimienta negra, y sutiles dejos florales. Vino concentrado y suave a la vez, destacando la grosella suavemente entrelazada con otras especies dulces y un leve toque a cuero. El final es largo y persistente con taninos sedosos y dulces de un final agradable y amable.
El viñedo así como la hacienda son propiedad de la familia hotelera Balderrama, y lleva trabajando 15 años, hace 6 años finalmente se cosechó un vino de buena calidad que son los vinos anteriores.
Cerocahui es un microclima ideal para los viñedos, dando uva generosa, añejándose en barrica de roble blanco francés, un vino artesanal, clarificado 8 meses en barrica de vidrio, y luego al roble para adquirir sus notas finales.
Excelente para maridar con quesos, frutos. Los quesos menonitas oriundos de la región, son siempre la mejor opción.