A pesar de la llegada del presidente Barack Obama al poder, el actor estadunidense Morgan Freeman, reconocido activista contra la discriminación racial, afirmó que ese prejuicio «sigue vivo» en su país, aunque confía en que es una cuestión de tiempo y que «va a pasar», dijo en entrevista.
Así, Morgan, de 74 años, escogió vivir en Mississippi -uno de los estados más violentos durante la época de segregación racial estadounidense– pese a que sus cinco nominaciones al Oscar y la admiración de su trabajo por prominentes cineastas le permitirían vivir en un palacete de las colinas de Beverly Hills.
Y es allí donde siguen existiendo sucesos de discriminación racial que reviven la historia social más triste del país y mantienen al actor con los pies en la tierra, contó Freeman en Clearwater, un balneario cerca de Tampa (Florida, sureste) donde promocionó la cinta «Dolphin Tale», que se estrena este viernes en las salas.
«El racismo sigue vivo en este país, no solamente en el sureste», dijo el ganador de un Oscar en 2005 por «Million Dollar Baby«. Y recuerda que en el pueblo donde vive, Charleston, «todavía ahora, los niños no están autorizados a socializar entre blancos y negros».