Ahora en lugar de comprar los clásicos recuerditos de Francfort podrás considerarle llevarle una lámina de oro a tus amigos.
Thomas Geissler es el inventor de una nueva maquina en la que puedes comprar algunos gramos del metal precioso.
«La reacción de los viajeros asiáticos ha sido fantástica», comenta con entusiasmo el inventor del concepto y directivo de la empresa de comercio de oro TG-Gold-Sper-Markt, Thomas Geissler.
«Había un tipo que estaba encantado por poder llevar un trozo de oro a su esposa», añade este emprendedor, que sueña con instalar unos 500 distribuidores de oro por todos los aeropuertos de Europa, así como en las joyerías y tiendas de lujo en Alemania, Austria y Suiza.
En estas máquinas, bautizadas como «Gold to Go», el oro se propone en hojas de uno a 10 gramos, o bien en forma de monedas australianas o canadienses.
El principal argumento de venta será el precio: el vendedor promete una tarifa 20 por ciento inferior a la ofrecida por los bancos alemanes. Las tarifas marcadas por la máquina serán continuamente ajustadas a la cotización mundial, gracias a un programa específico creado para la ocasión.
El viajero deberá desembolsar unos 30 euros por gramo de oro o cerca de 245 euros por 10 gramos, según el curso actual.