La pasarela Pitti Uomo, uno de los grandes escaparates mundiales de la moda masculina que celebró una nueva edición en Florencia, fue testigo del regreso de Moschino a la tierra que la vio nacer.
La reconocida firma ofreció todo un despliegue de humor y creatividad, burlándose de la estética barroca de la que tanto presumió la realeza en épocas de Luis XVI, contrastándola con los guiños a la Fórmula 1.
La ironía, un sello inconfundible del diseñador estadounidense Jeremy Scott, se hizo presente en los trajes que suelen utilizar los pilotos de la máxima categoría internacional, presumiendo del buen momento de la casa luego de un bajón, recuperando el esplendor que vivió cuando el barco era comandado por su fundador, Franco Moschino.
Así, sobre la pasarela vimos trajes ajustados cargados de anuncios publicitarios, con el blanco y el azul como colores predominantes, y enormes coronas simulando cascos junto a cadenas de oro al uso de los raperos.
La parodia burlona tuvo como víctimas a quienes formaron parte del esplendor de la época barroca, a quienes concurrían a las célebres fiestas del Palacio Corsini, elegido como escenario del desfile, donde abundaron las estolas de piel, los encajes y los brocados.
Los trajes de chaqueta pantalón, junto con pañuelos al cuello, ajustados chalecos o chapines, conformaron el atuendo para los hombres, sin que faltasen las pelucas francesas y talco en los rostros.
Los dorados y los brillos estuvieron a la orden del día, que se mezclaron con tonos rosa cliche, fresa magenta o azul eléctrico, en los diseños para la mujer.
Los complementos fueron bolsos y mochilas en tonos primarios, además de las tenis deportivas (¿un guiño a su paso por Adidas?) y los guantes, todo bajo la atenta mirada de Katy Perry, su inseparable musa.