Barbies y joyas
Yo confieso, y confieso con gusto, queridos lectores, que colecciono Barbies. Muchas Barbies. Especialmente Barbies personajes de películas, cuentos o actrices; tengo a Grace Kelly, a Frank Sinatra y a Elvis Presley; pero también tengo a la Barbie surfista con todo y hamaca, o a la fashionista con sus bolsos Coach, y ya ni hablemos de la Barbie Ferrari; el Corvette y el Thunderbird rojos y rosas, simple y sencillamente, porque me encantan… Aunque tenía un galán que me decía que cada vez que me veía con una de mis muñecas y comenzaba a acomodarla me daba un halo medio diabólico. También tenía al novio que me regalaba Barbies en vez de joyas y a otro que se avergonzaba de mi divina afición.
Por eso, cuando entré a la suite Barbie del hotel Hilton Santa Fe lo primero que hice fue tomarme una foto en la polvera de la entrada (sí, una polvera gigante con un cojincito fucsia en el que me senté con toda mi inmensidad), y después, tirarme en las camitas con colchitas de la muñeca más conocida el mundo, abrir los closetsitos con estampados idénticos a los de la casita que tuve en mi infancia, y cómo no, me hice la obligada selfie en el baño, cuya regadera tiene una marca de agua en la puerta, así como otras monerías en absoluto rosa con dibujitos y el logotipo “B” de la muñeca que todas las nenitas tienen en sus recámaras.
Esta iniciativa nació en Buenos Aires, Argentina, luego se replicó en Costa Rica y ahora llega a México. Lo curioso es que no ha sido en el hotel turístico del Centro Histórico, sino en el ejecutivo de Santa Fe, que es pequeñito y muy cozy. Explicaba el gerente del hotel, Jerôme Luciani, que la idea, también, es acercar a los hombres de negocios a sus hijas, cuando están fuera. Me pareció muy lindo…
Barbie hardcore
Pero ustedes ya me conocen, y mi mente de 600 caballos de fuerza pensó otra cosa: yo, en corsé fucsia de Victoria’s Secret (sólo hay algo tan cursi como el rosa Barbie, y son los Angels de VS, ¿cierto?), con medias de encaje y moñitos igual de fucsias, con el tapiz de Barbie a juego. ¡Ya me vi!
El galán es lo de meeeeeeenos, lo importante es la suite… ¿o qué, se me van a espantar? Si Barbie es bien hardcorera, ese noviazgo de manita sudada con Ken es pura pantalla; es su mariliendre, y seguro que la muy coqueta tiene sus queveres con el Max Steel de tu hermanito. Sí. Con todo y tatoo.
Eso es lo que ocupo para mi noche Barbie en el Hilton: un Max Steel.
Claro, la idea no es ésa… También se puede usar para una despedida de soltera (sin stripper, no sean nacas, manas), porque no es condición llevar a una niña (yo por eso me apuntaba con mi corsé y el Max Steel, ¿qué quieren? ¡No tengo hijas y colecciono Barbies!). Por supuesto, está pensada para para una mamá y sus hijitas, o también, para una tarde de adolescentes o para que vaya toda la familia: los padres se hospedan en la habitación contigua y las niñas en la de Barbie. Súper cute!
Lo que más me gustó fue que abajo de la tele tiene instrumentitos musicales para que las niñas se entretengan. De verdad, está adorable (y hardcoreable –Oooops, ¿lo dije de nuevo?–).
Reserven ya…porque sólo estará hasta el 15 de agosto
Tous le entra a la cibermoda
Hablando de nenas, ahora les comparto la nueva colección de Tous by Gala, que la joyería española presentó esta semana. Se trata de una serie de piezas limitadas que diseñó la bloggera de moda, Gala González, famosa en España por sus espectaculares looks y por estar lo suficientemente preparada para hacer un buen blog con todas las herramientas de comunicación necesarias para ser una verdadera it girl y no una inventada.
Pero yo no dije nada…
Aquí lo importante es que hemos pasado de las cantantes y actrices a las bloggers, porque aunque muchas marcas lo quieran negar, las plataformas web son lo de hoy, es el nicho de los jóvenes, el lugar donde nos enteramos de lo que pasa en el planeta y podemos ver y copiar los looks de cuanta modelo/actriz/o similar que nos agrade. ¡Viva la cibermoda!
Actriz fashionista
Ahí me topé a Claudia Álvarez, la embajadora de la colección, quien estaba muy emocionada porque su showroom de moda está funcionando durísimo. “No tengo vida”, dijo, pero le encanta y está por viajar a Londres para traer ropa de diseñadores emergentes y novedosos, con el fin de que no todas traigamos lo mismo; sobre todo, para cuando le compres un vestido, sepas que no se lo prestaron a la inventada, mientras que tú sí lo pagaste con tus quincenas (o lo que sea). Es tan común que a las actrices les suceda eso: a una le prestan el vestido y la otra lo compró (malditas marcas las que hacen eso), así que… ¡corran con Claudia a su showroom de la Roma!
Se llama Clèeo Studio, el Twitter es @cleeostudio, se ubica en Colima 174, y en este finde, en el Corredor Roma Condesa estará abierto de 11 a 20 horas con descuentos especiales.
Tane, Sivam y la tarjeta de Gaby Vargas
Otra joyería que se presentó en la semana fue la colección Oro, de Tane, inspirada en la ópera Medea, trabajo del director creativo de la marca, Nino Bauti. La firma hizo un coctel petit comité en conjunto con SIVAM, fundación que preside Pepita Serrano, beneficiada por las ventas de esa noche y las dos siguientes.
Fueron pocas amigas, pero valiosas y pudientes, como Julia Abdalá, Ana Luisa Landucci, Carla Estrada y Gaby Vargas, única a la que vi ejercer el poder de su firma para aportar a la causa, con la compra de un brazalete de plata her-mo-so. Por cierto, que Gaby está más guapa que nunca; si creen que ya era delgada y preciosa, está todavía más delgada y preciosa, gracias a una nueva dieta sin lácteos… ni un Yakult se toma. Rejuveneció a un grado en el que yo casi me veo de su edad (bueno, no tanto, pero casi).
La también guapísima Pepita invitó a tres de sus alumnos a mostrar sus talentos musicales, entre ellos, María Fernanda Castillo, quien me hizo llorar con “O mio babbino caro”, Aria de la ópera “Gianni Schicchi ”, comedia que se desarrolla en Florencia, y en algún trozo de la melodía la chava se quiere tirar por el Río Arno, acción metafórica que yo en mi mente realicé en ocasiones diversas mientras residí en aquella pintoresca ciudad con un aquel cuyo nombre no quiero recordar… ya saben.
Eventazo de Max Mara
Hablando de italianos, pero más simpáticos y adorables, estuve también en el coctel de reapertura de la boutique Max Mara en Polanco, con la familia Tinghi. Acudieron, desde luego, Elena, Francesca y su padre, don Ferruccio, quien no pierde la energía que lo caracteriza. La shineada de la tienda corrió a cargo del arquitecto e interiorista italiano Duccio Grassi, encargado de todas las boutiques del mundo; así que les quedó divain.
A propósito de la ocasión, el joven artista mexicano Ricardo Garduño intervino un piano con flores fucsias, mismas que sirvieron como inspiración para mascadas de la nueva colección. Entre los invitados estuvieron el embajador de Italia en México, Alessandro Busacca, el director de la Cámara de Comercio Italiana, Alberico Peyrón, así como mis adorados Toni Benítez y su esposa Dulors; el director de Zegna en Latinoamérica, Mauro Visentini y su incansable RP Jackie García Briseño; estuvieron también Flavio Bizzarri, Julián García y Sofía Karam, mi querido colega Emilio Farfán, el stylist Marco Corral, y por supuesto, las dos reinas de la noche, las embajadoras Edith González y Rebecca de Alba.
Edith cada vez está más guapa, pero mi Rebe no se veía igual… Voy a sufrir para decir esto, porque me cae muy bien, es encantadora, ¡y es Rebecca de Alba!, –además de que yo no debería ser tan víbora, al fin soy “doña perfecta”, que no engorda y no le salen bolsas en los ojos ¿verdad?–, pero me vería más mentirosa y mala onda si dijera que se veía tan guapa como Edith, porque no es cierto.
La belleza de Rebecca de Alba
No puedo asegurar que su belleza se vio afectada por el bótox, porque no lo sé y no me consta; sería irresponsable ponerme a adivinar, lo que vi, simplemente, es que su anguloso rostro lucía hinchado y eso puede ser producto de cualquier cosa (como cuando me desvelo, engordo diez kilos o tomo mucho champagne la noche anterior), pero si fue por obra de la jeringa, sólo puedo decir que ella no necesita hacerse eso: es bella al natural, como siempre lo ha sido y deseo que siga siendo.
Por otro lado, el comentario de la noche fue que subió de peso; pero como yo sufro del mismo mal y sé lo que se siente verte en las fotos al doble de lo que eras antes (por el motivo que sea: si comes, si bebes, si tomas cortisona, si te enfermaste o te hiciste vieja) engordar es algo que pasa y ni modo: vivan con ello, haters.
Ya si nos hacemos un retoque y no quedó bien, sabemos que es un riesgo que corremos; la cosa es tratar de corregirlo. Ser mujeres, modelos, figuras públicas y vivir en la socialité, de pronto nos obliga a querer ser perfectas y no es posible. Ya lo decía el filósofo francés Erik Satié: “la belleza es una enfermedad que se cura con los años”, (aunque Internet dice que fue el dramaturgo George Bernard Shaw y es posible, mi memoria literaria no me da para recordarlo todo, disculpen las imprecisiones), y sí, tal vez deberíamos aprender a verla como eso: una enfermedad que a veces, nos vuelve inconscientes.
La otra forma de verla es como una joya prestada que debemos aprovechar mientras la tenemos, y luego, dejarla ir con dignidad y convertirnos en viejas hermosas: conservar la belleza de las arrugas, que como dice mi amiga Renata Roa, experta en comunicación facial, “las arrugas son tu historia”.
Digo, también se vale darse una ayudada, pero aguas con quién vamos y qué nos hacen.
Cuando miro mis fotos y me digo: “¡¡Qué gorrrrrda y vieeeeeeja me veooo!!”, después me calmo pienso que amo mi historia: mis ojos expresivos con sus arrugas, e incluso los pequeños bultos que revelan las “las noches vulgares” como les llama Kira Álvarez a las noches de fiesta y risas hasta el amanecer; las líneas de mi sonrisa de tres pisos que demuestran la alegría que todavía llevo por dentro con su dosis de humor negro, y hasta mis enormes cachetes que disculpan mis caprichos infantiles, con los que justifico mis fetiches en habitaciones vestidas de Barbie…ejem.
No sé. A lo mejor estoy loca, sólo espero verme en diez años como Edith González (¡Oye, Saloméeeee!). Y para que vean que no tengo reparo, ahí les va mi foto con talla extra y arrugas, pero con mucho estilo.
Nos leemos la próxima semana
Mi Twitter: @elprincipado