Desde tiempos inmemoriales, las plumas y estilográficas han sido un símbolo de lujo y estatus social, además de significar opulencia y cierto prestigio.
Incorporados a la línea Montblanc, estos elementos se suman a gemelos, relojes o accesorios de piel en las marcas más prestigiosas, entre las que destaca Montegrappa.
Fue Edwige Hoffman, una austríaca que vivió en tiempos prebélicos, quien fundó la compañía en 1912. Estuvo localizada en el nordeste de ese país, y contó con la colaboración del ingeniero Heinrich Helm.
La flamante empresa nacía para producir plumillas (dipping pens), plumines de oro y artículos de ebonita de seguridad, todos bajo el sello de ELMO, las iniciales del director técnico.
La empresa no era fácil, teniendo en cuenta que, por entonces, casi no había vendedores ni reparadores y que los productos gráficos se importaban de Alemania o Estados Unidos.
La naciente empresa se ubicaba en Bassano del Grappa, una localidad pintoresca en la región del Véneto, famosa por su exquisita orfebrería.
Era un punto militar clave, a medio camino entre los ejércitos italiano y austro-húngaro, lo que permitió a la considerada «compañía más antigua de Italia» vender productos a soldados de ambos bandos.
Su prestigio y proyección internacional también fue ayudada por los elogiosos conceptos de escritores y corresponsales prestigiosos como Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald o Johan Dos Passos, entre otros voluntarios de guerra
Sin embargo, a comienzos de los años 1920 es adquirida por el aristócrata veneciano Alessandro Marzotto y su socio Domenico Manea, quienes le dan un gran impulso a base de publicidad y marketing.
Además, cambiaron la fabriación por tornos por la producción mecanizada de barras de galatita para los cuerpos de las estilográficas, antes de decantarse por el celuloide, siendo pioneros en el uso de vetas en colores.
En los ´30 aparece el primer modelo bajo el sello Montegrappa, mientras que ELMO se seguí utilizando para colecciones menores o secundarias.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial pone a la firma en problemas, por la carestía de materias primas, y en 1946 un incendio arrasa parte de las instalaciones y los archivos. Había que comenzar desde cero
Luego del incidente la marca abandona temporalmente el celuloide y se centra en la fabricación con metales preciosos, adquiriendo máquinas británicas de moldeo de plástico por inyección.
También decide adoptar como única referencia la denominación de Montegrappa S.r.l., en honor a la cumbre (Monte Grappa) que domina el paisaje de la localidad y a la famosa ofensiva militar de 1918.
Llega el bolígrafo
Pero la llegada del bolígrafo, su gran competencia, y la muerte de Manea, en 1962, la familia Marzotto vende la empresa a un grupo de empresarios de Vicenza, que en 1982 la ceden al consorcio Lalex, dirigido por Gianfranco Aquila, un viejo cliente de Montegrappa desde hacía 50 años.
Los nuevos dueños cambian el rumbo hacia creaciones más artesanales y exclusivas, dirigidas al mercado del lujo, presentando en 1983 la Reminiscence Collection, una reproducción en plata de ley y vermeil, y con un cincelado griego opcional, de un modelo de 1915 con los parámetros clásicos de la marca como la forma octogonal y el tradicional clip con la bolita rodante. Este modelo evolucionado dio nombre a otras gamas, como Heritage, Eleganza, Expressione y Deco, Cosmopolitan o Privilege.
Con el regreso al celuloide lanzan la línea Symphony, precursora de las series Emblema, Micra, Harmony o Brier & Sterling, en madera de brezo natural.
En 1992 lanzan la primera edición limitada, una edición conmemorativa del 80 aniversario. Fueron sólo 1,912 piezas, y marcaron el camino de la producción anual de líneas exclusivas de tirada restringida.
Dos años más tarde aparece la colección 402 y luego la 302, con materiales preciosos, recuperando además las gamas 300 y 400 de los años 1970, como las Targa de Sheaffer y hechas en plata, esmalte y vermeil, a las que siguieron las series Parola, Memoria y Uno.
En 1995 sacan la Dragon, buque insignia de la casa creado por el escultor Federico Monti, y en 1997 aparece Luxor, seguida de la línea Clásica, en celuloide y plata.
Ésta deriva en las series Historia (3 mil ejemplares), Extra, Classica Resina, 1930 y Miya, hasta que la empresa es adquirida por el poderoso grupo suizo Richemont, líder del lujo y dueño de Dunhill, Cartier, Montblanc y Panerai, entre otros.
Sin embargo, en 2009 el grupo Aquila recompra Montegrappa (son sus dueños hasta hoy), diversificando sus catálogos pero sin perder estilo, calidad y excelencia.
Algunas de sus piezas más famosas son Roma Aeterna, Eternal Bird, Classical Greece, Amerigo Vespucci, Biblioteca Alexandrina, Euro 2002, Emozioni in Musica, Harrods, Mille Miglia, Sophia, Romeo & Juliet, Ferrari, Valencia 32 America’s Cup, Tribute Ayrton Senna, Muhammed Ali, Fortuna, Venecia, The Alchimist, Bruce Lee, Fran Sinatra, Yuri Gagarin, Animalia, Alfa Romeo, Tributo al Ballet, Sant Moritz, Torre di Pisa o Calendario Maya, entre otras.
Las estilográficas Montegrappa han pasado por las manos de famosas personalidades como Benito Mussolini, Juan Pablo II, Michael Jackson, Pablo Coelho, Vladimir Putin, Zinedine Zidane, Antonio Banderas, Nicolas Sarkozy o Al Pacino.