No sólo los vinos de Napa Valley o Chile han tomado al mundo vinícola por sorpresa en las últimas décadas, sino que Australia y Nueva Zelanda, considerados “los vinos del Nuevo Mundo”, por los expertos gourmet, han crecido al grado de ser los número uno en consumo por sus habitantes, algo que en México aún no sucede.
Nueva Zelanda, el último lugar del planeta (fue descubierto en 1642 y fue de los últimos sitios en formarse en la era glaciar), presume de 40 años de producción industrial y un audaz posicionamiento de marketing en el que participan sin condición todos los sectores turísticos, hoteleros y restauranteros del país.
Así, al llegar a los lodges y resorts más exclusivos de “La Tierra Media” el huésped encontrará incluso en las carísimas suites presidenciales, cavas con los vinos Premium de las bodegas neozelandesas, “aunque pidan vinos extranjeros, les pedimos que prueben los nuestros, y si no quedan satisfechos, les traeremos el de su preferencia”, afirmó William Hudson, gerente del Eagles Nest Lodge del exclusivo destino Bay of Islands.
Por su parte, Jessie Den, enóloga certificada en Marlborough y embajadora de la bodega Stoney Ridge Vineyard, ubicado en Waheke Island, cerca de Auckland, asegura que el éxito de los vinos kiwis radica en el clima, “tienen un verano cálido pero seco, en el que las horas del sol son largas, pero la noche muy fría, sobre todo en el sur, por lo que el microclima hace que las uvas fortalezcan su sabor y sus propiedades”.
Los varietales más kiwis
Como es bien sabido en el mundo del vino, la mayor producción neozelandesa recae en la uva Sauvingnon Blanc, que ocupa un 70 por ciento de cosecha en los viñedos de las bodegas certificadas (hay viñedos caseros plantados en los jardines de algunas casas en el Valle de Kerikeri, como dato curioso).
Los otros varietales estrella de Kiwiland son el Pinot Noir, producido en su mayor parte en Central Otago, lugar único en el país donde se da esta variedad, gracias a los fríos y nevados valles de la Isla del Sur.
La otra es el Pinot Gris, una variante del Pinot Grigio italiano, que los neozelandeses han cultivado con éxito.
“Se distingue por su dulzura, cosa que el Grigio italiano no tiene: es más ácido y le falta cuerpo; nuestro Pinot Gris tiene un sabor más profundo y a las pruebas nos sometemos”, afirma el sommelier y Bob Campbell, uno de los más respetados del país, que cada año realiza su Guía de Vinos y conteo nacional.
Procesos secretos
Nueva Zelanda cuenta con 16 regiones, entre las que destacan, en la Isla del Norte, Hawke’s Bay, y en la Isla del Sur, Marlborough, Nelson, Canterbury y Central Otago.
Si bien estas son las estelares y ganadoras de reconocimientos en revistas como Wine Spectator y los festivales europeos, también hay pequeños poblados como Waheke Island y Russell que tienen producciones, “sobre todo para consumo local”, comentó Bruce Soland, el vinicultor de Omata Estate, de Russell.
Omata Estate
“En Northland hay al menos 13 viñedos boutique entre los boutiques, en Omata cuido personalmente las plantas y no uso pesticidas, como lo hacen muchas bodegas europeas”, dice con cierta sorna, y cuenta que en Omata les gusta experimentar con Vigoniers, Chardonnay y Pinot Gris, que si bien se dan con mayor éxito en Southland, “el clima fresco nos deja reproducirlo al nivel del mar”.
Otros viñedos como el famoso Amisfield de Queenstown no se preocupan tanto en la cosecha como en el proceso de vinificación, empezando por la forma en la que extraen el jugo de la uva, “que no es con pisa ni opresión, sino con un sistema secreto que no ‘estresa’ a la uva”, dice David Morrison, sommelier de la casa.
Amisfield de Queenstown
Bruce Soland se burla un poco, “eso es snob, pero ciertamente, cada viñedo tiene sus formas, y de lo que se trata es de apoyarnos; si algo ha hecho fuerte a esta industria es que somos una misma fuerza”. Esto se nota en las tiendas y en los restaurantes, donde los precios de los mejores vinos son altos, “porque lo valen, si los bajamos, entrarán en competencia vinos extranjeros por su precio, y no queremos eso”, dice Bruce.
Frescura vs tradición
En esto concuerda Bob Campbell, “no se puede consolidar una industria con alta competencia vinícola de todo el mundo” y hace una anotación importante sobre el consumo de los vinos, “la gran parte delas bodegas no usan corcho, excepto en sus vinos Premium, y esto es porque se consumen rápidamente; la rosca no altera la frescura”.
Jesse Den tiene una explicación más atrevida; “es cuestión de abrir la mente”, dice, consciente de que las bodegas del Viejo Mundo “son los maestros del vino”, pero segura de que los nobles vinos de Nueva Zelanda no necesitan corchos para envejecer demasiado las botellas “porque ese trabajo ya se hizo en barrica; pocas, muy pocas botellas envejecen en guarda casera aquí. El mundo ha cambiado”.
En maridaje todos son nobles, quizás porque lo que más se consume son pescados y frutas del mar como las codiciadas angulas, los moluscos y el caviar. Las carnes rojas que más se comen son el cordero y el venado, seguidos del puerco y la res, en ese estricto orden, de acuerdo al departamento de agricultura del país.
Sorprendentemente, los vinos de postre también son protagónicos, ya que la alta producción de lácteos demanda postres cremosos que van de maravilla con un Cosecha Tardía, Riesling y el Sauvignon Blanc espumoso, un favorito de los kiwis.
Kiwis localistas
El orgullo de Nueva Zelanda por sus vinos es proporcional al orgullo por su ave endémica, el kiwi, o sus pieles de merino, y tienen por qué estarlo. Sus Pinot Noir y sus Sauvignon Blanc no tienen nada que pedirle a los de Napa y Burdeos, respectivamente.
La mayoría de los restaurantes high-end ofrecen menús acompañados por maridajes por copa de las mejores etiquetas (costumbre que en México aún no sembramos, por el alto costo del vino nacional frente a los chilenos y españoles), a un precio similar al del plato ordenado. Y se vende.
La experiencia kiwi en la mesa ha convertido a este país en una cocina de primer nivel, aun cuando las tendencias vanguardistas no llegan de primera mano (la lista de 50 best de St Pellegrino es como una leyenda urbana para ellos), y todo se lo deben a su confianza en sí mismos, que obliga al visitante a vivir la experiencia gastronómica de Nueva Zelanda de forma global y deliciosa.
Top Wines of New Zealand by Masaryk.TV
TINTOS
Cloudy Bay, Pinot Noir, Malborough, 2012 Intenso, pero sedoso, primeras notas a frutos del bosque y maderas. Esta bodega es de las mejores de toda Nueva Zelanda, premiada internacionalmente.
Greystone Pinot Noir Waipara Valley, Canterbury, 2012 Elegido por expertos del país como uno de los mejores vinos en precio y calidad otorgada, domina el paladar con la madera ahumada, el cuero y la cereza.
Te Mata Coleraine, Hawke’s Bay, 2007 Es una de las bodegas protagónicas de Kiwiland, ninguno de sus vinos es menor, pero esta es una de sus mejores mezcla estilo Bordeaux de Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc, con altos taninos y persistencia.
Stoney Ridge Larose, Waheke Island, 2012 La bodega se distingue por sus mezclas estilo Bordeaux, pero esta etiqueta añade un toque de Petit Verdot y Malbec (wow), que lo hacen firme y astringente con altos taninos y un sabor a roble, matizado por la fuerte presencia de la ciruela y la grosella.
BLANCOS
Seresin, Sauvignon Blanc, Marlborough, 2011: El más famoso ciento por ciento Sauvignon Blanc orgánico. Una explosión de frescura con un toque de acidez, producto de su mineralidad y guarda en barrica de roble francés.
Saint Claire Selection, Suavignon Blanc, Marlborough, 2013
El viñedo se encuentra dentro de un restaurante propiedad de Neil y Juddy Ibboston, una pareja que ha convertido este viñedo en algo grande por sus premios. Con notas de grosella y notas suaves, cortesía de la uva Moscatel, este vino de selección especial resulta envolvente al paladar.
Neudorf Moutere Pinot Gris, Nelson, 2012
Un blanco redondo que destaca por sus notas picantes a clavo, algo poco común en los Pinot Gris de Nueva Zelanda; en conjugación con el membrillo y la dulzura de las nueces, se vuelve inigualable.
Amisfield Pinot Gris, Central Otago, 2013
Es un clásico Pinot Noir con suaves notas a pera, nueces y anís y un sesgo de acidez reducida, distintiva de esta variedad, por sus tres meses en barrica de roble francés.
POSTRE
Te Hana Sparkling Rosé Cuvee, 2011
Un rosado muy joven elaborado a base de Pinot Noir, con un estilo muy divertido; sus notas a frambuesa y cereza se aligeran al final, dejando una sensación cremosa.
La misma bodega maneja un Sparkling Sauvignon Blanc para ocasiones más sencillas y su Reserve Cuveé, de Chardonnay y Pinot Noir, más cítrico. Todos, extraordinarios en precio y muy recomendables.
Greenhough Ambrosia Gewurtztraminer, Nelson 2012
Su dulzura sabe a miel y flores, pero con una nota casi picante al final, resultado del rico suelo de Nelson, que lo hace un vino de postre con mucho carácter, especialmente para los chocolates oscuros y los pasteles muy confitados.