Georges Favre-Jacot: el relojero de 22 años que fundó Zenith

De un pueblo de tradición relojera, Georges Favre-Jacot hace la diferencia y toma en serio el oficio.
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Hace 150 años  Georges Favre-Jacot decidió arriesgarlo todo y crear su propia compañía en un pueblo de tradición relojera llamado Le Locle, situado en las montañas de Neuchâtel.   


En Le Locle el tema de los relojes era toda una tradición, ya que en  cuando llegaba el invierno los trabajadores no tenían más opción que dedicarse el oficio de la relojería al no poder seguir trabajando en la tierra.

 

Georges, como muchos hizo lo mismo en Le Locle, la diferencia es que este relojero decidió dar un paso más y darle toda su pasión y tiempo a este oficio. Se tomó las cosas muy en serio y mando a construir  el pueblo y mandó construir talleres amplios y luminosos, (los primeros de Le Locle en contar con iluminación con electricidad), mandó a llamar a los mejores relojeros de la región y comenzó  el de Zenith.

 

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Con los años, la fábrica se convirtió en una empresa internacional reconocida por la excelencia de sus productos, y Georges Favre-Jacot en un director industrial de los que no suelen abundar en la historia. 

 

Los primeros movimientos

 

En 1969 seis meses antes de que el hombre pusiera el pie en la Luna, los maestros relojeros de Zenith crearon el primer movimiento de cronógrafo automático integrado del mundo. 

 

Se trataba del primer movimiento de este tipo y, al mismo tiempo, del más preciso, puesto que latía a 36 000 alternancias por hora, una alta frecuencia desconocida hasta el momento. Este cronógrafo, bautizado adecuadamente como El Primero, dio su nombre a una colección de Zenith y equipó a numerosos modelos de alta relojería. 

 

Hoy en día constituye una auténtica referencia. No obstante, la Manufactura jamás ha dejado de superarse en un ámbito tan exigente como es la precisión. 

 

El reloj de pulsera

 

Tras dos años de investigación y desarrollo, los magos de Zenith consiguieron transponer en el minúsculo volumen de un reloj de pulsera un sistema de 300 años de antigüedad: la transmisión huso-cadena.

 

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Con la geometría helicoidal de su huso, este mecanismo permite que la fuerza motriz permanezca perfectamente estable, incluso cuando el resorte del cubo se destensa. La cadena, que garantiza la transmisión entre el cubo y el huso, consta de 575 componentes y tiene 18 cm de longitud. Los eslabones dobles se alternan con los intermedios y generan un diseño complejísimo que permite a la cadena resistir una fuerza de tracción de más de tres kilos una vez se le ha dado cuerda.

 

Durante toda la marcha (como mínimo 50 horas), el resorte motor transmite su energía al huso a través de la cadena, que se va enrollando alrededor del cubo. Ajustando las variaciones de tensión, el huso convierte en constante la fuerza que se transmite al rodaje, que a su vez la transmite a la rueda de escape de silicio. Las dimensiones y la silueta cónica del huso son fruto de cálculos especialmente complejos, realizados para cada una de las siete fases de la construcción. 

 

El espíritu Zenith

 

Es así como la Manufactura alcanzó numerosos récords, incluido uno absoluto: 300 patentes, 600 variaciones de movimientos y 2333 premios en el ámbito de la cronometría. 

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