La crónica marcará que el 7 de julio de 2014 murió Alfredo Di Stéfano, uno de los más grandes futbolistas de la historia y símbolo del Real Madrid.
Sin embargo, la vida de «La saeta rubia» también estuvo señalada por un nombre, el de Paul del Río, un cubano nacido en La Habana y que secuestró al delantero argentino el 23 de agosto de 1963.
La operación llevó el nombre de Julián Grimau, un histórico dirigente comunista español fusilado por orden del dictador Francisco Franco en abril de ese año.
¿El motivo del secuestro? Según confesaron sus autores, para protestar contra los gobiernos de Rómulo Betancourt y del mismo Generalísimo. Y la llegada de don Alfredo con el afamado Real Madrid a Caracas era una magnífica ocasión para llamar la atención del mundo.
Las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), fundadas en 1962 para unificar los esfuerzos militares del Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, fueron sus responsables. Entre ellos del Río, quien pasó a la historia como Máximo Canales.
Alfreso Di Stéfano estuvo 72 retenido, siendo liberado por la tarde del 26 de agosto, y le dejaron las instrucciones: tomarse un taxi hasta la embajada de España.
Elegido como el “Mejor Jugador de Todos los Tiempos”, en 1990 fue nombrado Asesor de la Presidencia del Real Madrid, formando parte de la lista de los cuatro mejores futbolistas de la historia, junto a Pelé, Maradona y Johan Cruyff.