Auténticas genialidades literarias como “El viejo y el mar” o “Por quién doblan las campanas” hacen de Ernest Hemingway uno de los principales novelistas y cuentistas estadounidenses de toda la historia.
El escritor moría un 2 de julio de 1961, habiendo ganado el Premio Pulitzer en 1953 por “El viejo y el mar” y el Premio Nobel de Literatura por su obra completa.
Criado en Oak Park (Illinois), trabajó durante unos meses como periodista del Kansas City Star, antes de irse al frente italiano donde se registró como conductor de ambulancia durante la Primera Guerra Mundial, donde resultó herido, lo que le sirvió de base para su novela “Adiós a las armas”.
Casado con Hadley Richardson, la primera de sus cuatro esposas, se mudó a París, donde cayó bajo la influencia de los escritores y artistas modernistas de la comunidad de expatriados, la “Generación perdida” de la década de 1920. Allí escribió “Fiesta”, su primera novela, fue publicada en 1926.
Después de su divorcio de Hadley Richardson, Hemingway se casó con Pauline Pfeiffer, de quien se divorció tras escribir “Por quién doblan las campanas”. Su tercera esposa fue Martha Gellhorn, de quien se separó cuando conoció en Londres a María Welsh.
Tras publicar en 1952 “El viejo y el mar” se fue de safari a África, donde casi murió en dos accidentes aéreos sucesivos.
Hemingway tenía residencia permanente en Cayo Hueso, Florida y Cuba, aunque en 1959 compró una casa en Ketchum, Idaho, donde se suicidó el 2 de julio de 1961.
Ernest Hemingway dejó, además, frases célebres que recordamos en un nuevo aniversario de su partida:
“Quédate siempre detrás del hombre que dispara y delante del hombre que está cagando. Así estás a salvo de las balas y de la mierda”.
“Un idealista es un hombre que, partiendo de que una rosa huele mejor que una col, deduce que una sopa de rosas tendría también mejor sabor”.
“El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera”.
“Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”.
“Es moral lo que hace que uno se sienta bien, inmoral lo que hace que uno se sienta mal. Juzgadas según estos criterios morales que no trato de defender, las corridas de toros son muy morales para mí”.
“Cada día es un nuevo día. Es mejor tener suerte. Pero yo prefiero ser exacto. Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto”.
“Sólo existen tres deportes: el toreo, las carreras de coches y el montañismo. El resto son simples juegos”.
“Sentía la soledad de muerte que llega al cabo de cada día de la vida que uno ha desperdiciado”.