Esta semana todos nos enteramos del tremendo pleitazo del arquitecto Miguel Ángel Aragonés con sus ex socios de el Hotel Encanto en Acapulco, a quienes acusa de despojo y secuestro. Dijo en la radio que le negaron el acceso y que 25 matones con armas largas lo sacaron a él y a su gente del hotel.
Pero el abogado del consejo de administración original del hotel, Xavier Olea, declaró en el diario El Sur de Acapulco que Aragonés solo tenía el 1 por ciento de las acciones y que ilegalmente cedió la administración al señor Alejandro Verzi, socio de la compañía HDA Corporation, por lo que se procedió al desalojo, negando que haya sido con violencia y matones, sino con elementos de la PGJ del estado.
Verzi fue quien denunció al MP en Acapulco el desalojo armado, “me empujaron y me rompieron el pantalón y la camisa”, situación que Olea niega rotundamente y también dijo que van a defender con todo la sociedad mayoritaria del hotel. Aquí cabe decir que Olea es uno de los abogados más solicitados por los políticos en casos muy peliagudos. Denle una googleada…
Lo triste es que Aragonés, siempre ligado a buenas noticias, esté metido en un lío como este. Le deseo suerte, porque la va a necesitar.
Otro caso para la araña
Una situación similar fue la que vivió Fernando Botero con el evento Diner en Blanc que él trajo a México hace dos años y que delegó para su organización a su entonces director de relaciones públicas en la revista Estilo México, Eduardo Uribe, actual propietario de los derechos.
En semanas anteriores empezó a haber mucho ruido alrededor de un presunto robo de derechos del Diner, así que me puse a investigar y recogí la siguiente información entre amigos y gente de Estilo México:
Para la organización de Diner en Blanc, Botero le otorgó a Uribe cartas poder y autorización de firmas en ausencia para facilitar trámites y no tener que ir personalmente a pagar las aceitunas, pero Uribe tomó el control de los derechos con estas cartas, despojando a Fernando de Diner en Blanc México. Según reportaron mis fuentes, Lalo le hizo saber en plena junta, de una forma “malagradecida y prepotente”, que ahora él haría por su cuenta el evento (realizado en Guadalajara el finde anterior), porque había conseguido nuevos contratos.
La otra versión es la de Lalo Uribe, quien niega todo lo anterior, según me dijo vía telefónica; afirma contundentemente que Fernando y él son amigos, “y socios del Diner desde el principio”, que en ningún momento abusó del poder que le concedió ni tuvo un encontronazo con Fernando y por acuerdo común decidieron que Uribe se hiciera cargo solo de Diner y dejara la dirección de RP de Estilo México pues le quitaba mucho el tiempo. Inclusive me dijo que iba a comer con él próximamente.
Mi labor como reportera se hizo al averiguar las dos versiones, pero como columnista me he formado mi punto de vista basado en mi relación laboral con ambos, y honestamente, me cuesta creer que Botero soltara un proyecto tan grande y costoso. No lo sé.
De Fernando Botero y su equipo de trabajo solo tengo cosas buenas que opinar, fui columnista en Estilo México y siempre me trataron de maravilla. A Lalo Uribe lo conocí y lo apoyé porque estaba en Estilo México, medio por el que se volvió conocido en el lujo y la escena social mexicana.
Abajo Mercedes Benz
Para terminar, ahora la quejosa soy yo. Como saben, Mercedes-Benz presentó su nuevo Clase C 250 CGI Sport en la Carpa Neumática del Hipódromo de las Américas, en un evento muy concurrido por celebs como Altair Jarabo, Irene Azuela y Chema Yazpik. Como siempre, echan la casa por la ventana, pero lo que me indignó fue el comercial del auto realizado en México. Chequen:
Dos niños compiten por cuál de sus padres es más increíble y súper heróico; uno inventa que el suyo hasta “caza pirañas”. Al final del anuncio, cuando esperan en la entrada del colegio, de pronto, aparece un Mercedes Clase C que deja a todos impresionados, de él baja un tipín trajeado para recibir con los brazos abiertos a un tercer niño, quien voltea a ver a los primeros dos con cara de autosuficiencia, y luego, viene el tagline del comercial, “el mejor de todos”, en alusión al papá que tiene el Meche.
¿¿Es en serio?? O sea, ¡¿me juran que la grandeza y el valor de un padre se mide en el coche que maneja?! ¿Quién fue el idiota que aprobó eso?
Una cosa es que el lujo nos encante y nos dé estatus –a nadie queremos engañar–, pero otra muy distinta (y grave, muuuy grave) es mandar un mensaje como ese, y aparte, establecer que los niños deban basar sus valores familiares, personales y morales en un coche. Luego por qué hay bullying. De verdad: la-men-ta-ble. De vergüenza y pena propia, ajena y rentada.
Nos leemos la próxima semana