Antes de Cristiano Ronaldo, figuras como el nadador Ryan Lochte (mayo de 2012) o el basquetbolista Lebron James (abril de 2008) fueron también portadas de las ediciones estadunidenses de Vogue. Cabe mencionar que el segundo de los casos generó una serie de críticas por la supuesta similitud entre la posición adoptada por el atleta y la modelo brasileña Gisele Bündchen, con imágenes míticas de la película King Kong. Hubo quien incluso llegó a llamarlo Lebron Kong. Sobra decir que el alcance de tal polémica –como casi siempre- suscitó lo que muchos esperaban; mayores ventas y por ende, mayor atención hacia el inminente hecho que le dio origen: los Juegos Olímpicos de 2008.
El más reciente capítulo en esta larga serie de portadas Vogue con deportistas tiene una mezcla distinta, pues compete a la edición española de la mil y una veces llamada biblia de la moda, e incluye un sugerente desnudo parcial del también conocido CR7, y a la modelo no tan amada por publicaciones de este tipo, Irina Shayk. ¿El resultado? Cientos de miles de menciones en redes sociales que les permitieron, apenas unas horas después de haber comenzado a ser divulgada, convertirse en un trend topic a nivel mundial que impactó por supuesto a países como México. Nada mal si tomamos en cuenta el hecho evidente de que la publicación española no parece ser cliente frecuente de los hashtags que marcan tendencias en Twitter. El asunto, más allá de las obviedades de índole comercial y editorial, sin duda nos lleva a un más que evidente cuestionamiento para quienes amamos la moda: ¿de verdad nos gusta el contubernio entre moda y deporte?
Basta ver algunas fotografías de las dos editoriales antes mencionadas para entender que este tipo de trabajos supone –al menos cuando se trata de producciones como la norteamericana- colaboraciones hermosas. El atleta Ashton Eaton saltando a una Karlie Kloss que, cual irresistible obstáculo, posa con un vestido de lamé plateado firmado por Oscar de la Renta o Doutzen Kroes vestida de Miu Miu acompañando mientras patina, a Apolo Anton Ohno; son ejemplos de ello.
No sobra mencionar que dichos proyectos incluyen la participación de gente como Grace Coddington y Annie Leibovitz, que son por mucho, excelentes documentos del tiempo que retratan. Sí, porque como ha señalado antes Anna Wintour, es factible pensar que abrir una editorial de moda sea suficiente para cotejar qué soñamos y cómo lo hacemos.
Y aunque un desnudo de Cristiano Ronaldo –aunque sea registrado por el genial Mario Testino, como es el caso- es casi tan constante como una réplica de Prada producida en China, hay que decir que en tiempos como estos en los que la saturación de imágenes nos priva muchas veces de la sorpresa, esfuerzos así serán siempre aplaudidos, nos guste o no el objetivo retratado. Al final de cuentas es trabajo de los artistas, stylists, fotógrafos y creativos, generar esas escenas que sirven para ilustrar el camino de las aspiraciones de los lectores que consumen sus –exitosos o no- productos editoriales.
Es 2014 y mientras nos preparamos para vivir un mes extremadamente cargado de información que gira en torno a un balón de soccer, esta portada con sabor a juego conocido, servirá de menos para distraer la atención de los cientos de miles de fanáticos de Cristiano Ronaldo que al tiempo también leen Vogue España. Cuestión de gustos y por supuesto, de targets.
Texto por Miguel Ángel Ángeles
Síguelo en Twitter: @mangelangeles
Escritor y periodista especializado en moda, arte, literatura, estilo de vida y comunidades creativas. Ha colaborado con medios como RollingStone, Vogue, El Universal, starMedia (Orange) e Imagen Radio. Actualmente es director de contenidos en Bonus Creative Week México.