En el marco del II Congreso de Mixología Mix&Shake, que tiene lugar en Madrid, España, la figura de Dale DeGroff sigue estando más vigente que nunca.
El conocido Rey del Cóctel es una figura de culto entre los amantes de las bebidas espirituosas, luego de haber conquistado a miles de mujeres con el Cosmopolitan, una creación que popularizó la serie «Sexo en Nueva York».
«El cosmopolitan ya existía, lo creó Cheryl Cook, una camarera de South Beach (Miami) en los ochenta; yo lo que hice fue mejorar la receta», aseguró DeGroff, uno de los ponentes del encuentro, del que participan expertos de todo el mundo.
En su famoso bar, el Rainbow Room del Rockefeller Center de Nueva York, «sólo había bebidas premium», por lo que este veterano coctelero decidió dar un giro de sofisticación al cosmopolitan en 1994.
DeGroff sustituyó el triple «sec» por Cointreau, reduciendo azúcar y aumentado la graduación alcohólica, además de añadir zumo de lima fresco y terminar con un pequeño espectáculo ante el cliente.
Aunque el primero en probarlo fue su jefe, Joe Boum -«un visionario, un genio que cambió la forma en que comemos y bebemos en Estados Unidos», dice de él-, la eclosión de esta versión sofisticada del cosmopolitan, que incorporó a la carta del Rainbow Room en 1996, se atribuye a Madonna, clienta habitual del local, informa El Universal.
Como coctelero no fue ésta su única creación, aunque sí la que más popularidad le ha aportado. «Como decían las chicas de ‘Sexo en Nueva York’, si no hay un cóctel no cuenta como cita», recuerda.
«Las mujeres han sido las protagonistas de la revolución de la coctelería, porque son ellas las que miran la carta y piden», aseguró DeGroff, dedicado actualmente a la docencia, a impartir ponencias por el mundo como presidente y fundador de «The Museum of the American Cocktail», el primero dedicado a la difusión de la mixología.
A sus 65 años recuerda con especial cariño las grandes fiestas que se organizaban en el Rainbown Room, como la que reunió en sus salones privados a Frank Sinatra, Bob Dylan y Madonna.
DeGroff asegura que «siempre tocaron allí las mejores bandas, para una clientela muy ecléctica entre la que podían estar un presidente de los Estados Unidos como Bill Clinton, un actor famoso, una ama de casa de Nueva Jersey y un joven con piercings en la cara».