La semana ha sido marcada por las décadas y un firme deseo: que todos nos podamos ver como Brad Pitt cuando arribemos al quinto patio.
Porque el rubicundo actor, estrella de alcance mundial por derecho propio, ha sido noticia por cumplir 50 y verse como de 30, cual si el célebre director David Fincher le hubiera dado la pócima de la eterna juventud cuando filmaron juntos la sugerente El curioso caso de Benjamin Button.
No se puede hablar de Brad sin hacerlo de Angelina, otra que no se ve mal frente al espejo y quien además de llenar de hijos (seis) al protagonista de Moneyball, le ha comprado en su cumpleaños una isla en forma de corazón. Esos son regalos y no tonterías, que en lo de expresar materialmente el sentimiento más profundo el corazón, la hija de John Voight ha puesto el listón muy alto. Inalcanzable, vamos.
Con 20 años más y sin poder decir que expele salud y bienestar, el guitarrista de los Rolling Stones Keith Richards ha llegado a los 70, lo que en su caso equivale a sorprenderse por el milagro de la vida.
Nunca lo ha negado: los excesos con las drogas y el alcohol fueron el tono distintivo de una existencia al tope, donde el freno de mano nunca estuvo precisamente a la mano y en la que no pocas veces estuvo mirándole a la muerte la cara de frente.
Pero Richards es mucho Richards y sin él las piedras rodantes nunca hubieran rodado, base sustancial como es de la banda más longeva del mundo.
Si a ese liderazgo se le suma su facilidad para hacer canciones en donde tiene la máxima responsabilidad armónica y melódica, se entenderá por qué el artista muchas veces perdido entre las garras de las drogas (“Largas rayas de polvo blanco esperaban en lo alto de los bafles que se alineaban en la parte trasera del escenario. A causa del variado menú de Keith, unas rayas contenían cocaína y otras heroína”, contó en su biografía), que viaja a todos lados con 16 guitarras y que es fuente de inspiración para tantos artistas, entre ellos el actor Johnny Depp, que lo venera, puede ser llamado sin temor a exagerar uno de los músicos más trascendentes del siglo pasado.
Temerario a la hora de conducir automóviles (“Iba chocando contra todo, le daba igual. Estábamos todos sentados en el coche y de pronto alguien decía: ¡Oh, creo que hemos chocado contra un árbol!”, dijo un conocido), capacitado y convencido de que las mejores ideas se defienden a golpes, Richards también pasará a la historia por sus canciones magníficas, entre ellas el himno de los seguidores de las piedras rodantes, “Satisfaction”, que compuso en la noche del 9 de mayo de 1965 en un hotel de Clearwater, Florida, Estados Unidos.
“De haber dependido de mí, “Satisfaction” no se habría publicado nunca. Era demasiado básica y el fuzz con la guitarra me parecía un truco barato. Cuando dijeron que querían sacarla como single, me levanté furioso y dije: ¡Ni hablar!”. Richards dixit.
En un ámbito más casero, la joven cantautora Natalia Lafourcade, a punto de cumplir sus primeros 30 añitos, acentuó esta semana la condición de mujer divina que obtuvo a fuerza de cantar afinada y sensiblemente los clásicos del legendario Agustín Lara.
Tanto fue el éxito que la artista ha recibido el disco de Platino por un proyecto que le ha permitido cantar con muchos e ilustres colegas, desde Adrián Dargelos a Lila Downs, de Eugenia León a Ximena Sariñana.
Una edición especial con un concierto grabado en el Centro Cultural Roberto Cantoral en formato DVD, sumado a una película documental que detallará el proceso de grabación del disco tiene a Natalia más que entusiasmada y a sus fans lógicamente ansiosos.
Los números sin contenido no quieren decir nada. Sólo son cifras para citar en las efemérides. Sin embargo, cuando refieren a artistas en su cenit cobran un significado simbólico frente al cual resulta imposible no reflexionar o estar atento.
Y si no que le pregunten al ahora septuagenario Keith, para quien vivir 70 primaveras no ha sido, precisamente, caminar sobre un lecho de rosas.
Mónica Maristain, editora, periodista y escritora. Nació en Argentina.
Desde el 2000 reside en México. Fue fundadora de la revista de música La Contumancia/Sólo música. Tiene dos poemarios Transfusiones al óleo y Drinking Thelonious. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos los periódicos argentinos Clarín, Página 12 y La Nación. Ha sido colaboradora permanente en las agencias EFE y DPA. Hasta abril del 2008, fue editora en jefe para toda Latinoamérica de la revista Playboy. Ha publicado los siguientes libros: En el nombre del fútbol; Futbolistas: el club de los 100 Volumen 1 y 2; El club de los 100 latinos (en colaboración con Andrea Staccioli) ; Playboy México: Quinto Aniversario y 30 Actores hechos en México; El hijo de Mister Playa: una semblanza de Roberto Bolaño, entre otros. Fue editora en el Periódico El Universal, de México.
Por la cobertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, fue nombrada periodista del año en su país de origen. Fue jurado del premio de periodismo Fernando Benítez en la Feria del Libro en Guadalajara 2007.