El reloj de sobremesa Atmos Hermès, fruto de la colaboración entre Hermès, Jaeger- LeCoultre y la cristalería Saint-Louis, demuestra que el tiempo es un aliado, pues gracias a él estas tres casas han podido aportar su maestría para crear un reloj de cristal que debe su funcionamiento al aire del tiempo.
Juegos de transparencia y opalescencia, asociación de cristal y metal, unión de arte y artesanía para conjugar el rigor del metal y la fragilidad del cristal; así nació el reloj sobremesa Atmos Hermès.
La extraordinaria esfera de cristal del Atmos Hermès alberga un calibre único, diseñado por la manufactura Jaeger-LeCoultre. El mecanismo del reloj de sobremesa Atmos llama la atención desde 1928 por su forma de funcionamiento, que se sale de lo común por no necesitar pila, electricidad, ni cuerda. Es un reloj que, mediante un asombroso sistema, vive del aire del tiempo. Una mezcla gaseosa, aprisionada en una cápsula herméticamente cerrada, se dilata cuando la temperatura sube y se contrae cuando baja. La cápsula, unida al muelle de arrastre del reloj, funciona como un fuelle y permite remontar el calibre de manera constante. Es tan sensible que una variación de un grado basta para darle autonomía de funcionamiento durante 48 horas.
Según informa Jaeger-LeCoultre en su sitio web, el volante solo oscila dos veces por minuto, en lugar de las trescientas de media de un reloj de pulsera clásico, que consume doscientas cincuenta veces más energía que un reloj de sobremesa Atmos. Los 190 componentes de esta ingeniosa construcción se ensamblan, con gran precisión, en la propia manufactura.
Con su exigente enfoque artesanal, Hermès ha confiado a la cristalería Saint-Louis la fabricación del extraordinario envoltorio de este reloj de sobremesa: un globo fabricado con la técnica del doblado, que consiste en superponer capas de cristal, una de las cuales es de color. En la cristalería, únicamente seis maestros cristaleros poseen la experiencia y capacidad necesarias para hacerlo.
El Atmos Clock de Hermès y Jaeger-LeCoultre es una edición limitada de la que únicamente se fabricarán 176 relojes en todo el mundo. La cifra no es mera casualidad, sino que se debe al número de años que cumple el mítico reloj Atmos, que diseño Hermès en 1928.