El mundo está lleno de tradiciones curiosas y quizá poco conocidas. Te contaremos algunas de ellas.
Por supuesto empezamos con España y sus famosas uvas de la suerte.
La tradición de Nochevieja como dicen en España a la noche de Fin de Año, es comer doce uvas acompañando las doce campanadas que anuncian la llegada del nuevo año. El origen de esta práctica se remonta a 1909 cuando hubo un excedente de cosecha y en las casas se aprovecharon las uvas para tomarlas la última noche del año. Algunas referencias apuntan a que, incluso en el siglo XIX, los burgueses ya habían instalado la costumbre de tomar este producto para dar la bienvenida a 365 nuevos días.
El número de uvas coincide con dos puntos clave. En primer lugar, doce son los meses del año. Además, las doce es una hora que coincide con el final del año y el principio del siguiente, por lo que ese número está cargado de un fuerte simbolismo. El problema llega cuando las campanadas van más rápido, mucho cuidado y no te atragantes.
La segunda tradición son los besos en Estados Unidos, una tradición muy romántica, un país donde no puede faltar el beso de medianoche. Aunque no se conoce con precisión el origen de este rito, hay explicaciones para todos los gustos. La más curiosa sitúa la fecha de inicio en la época romana, cuando durante el festival de Saturnalia –con fecha próxima al Año Nuevo– todos los asistentes se besaban.
Los estadounidenses creen que no dar un beso justo después de las doce de la última noche del año asegura 365 días de soledad. Inlcuso hay estudios sobre el tema, como el que llevó a cabo el Washington Times. En su análisis se afirmaba que dos tercios de la población de Estados Unidos esperaban compartir el beso de Año Nuevo con alguien, y únicamente un 10% de ellos no tenía espectativas de poder cumplir con la tradición.
La parte más curiosa del estudio llega en cuanto al tiempo que se deseaba que durase el contacto. El 69% afirmaban que el beso sería de unos segundos, mientras que el 11% confesaba que el encuentro labial se demoraría durante un minuto o dos. El 6% más atrevido esperaba no separarse de su pareja hasta la mañana siguiente.
La tercera tradición es en el viejo continente en Italia las famosas lentejas italianas. Símbolo de riqueza y dinero, un buen plato de lentejas no puede faltar en la mesa de ningún italiano durante la cena de Fin de año. Cuantas más se comen, más se gana. Una creencia que viene de lejos, puesto que los romanos regalaban a principio de año estas legumbres con la intención de que se convirtieran en monedas de oro que incrementaran su poder adquisitivo.
La cuarta tradición es hasta Filipinas, lunares filipinos que traen fortuna.
En este país se asocian los lunares con las monedas debido a su forma circular. También se vincula este tipo de telas a la buena suerte, por lo que las calles filipinas se visten de lunares durante el 31 de diciembre.
Da igual el tipo de prenda que sea vestidos, faldas, camisas, pero es importante que, si es posible, la ropa lleve al menos un bolsillo. En él se meterán unas cuantas monedas que se harán sonar cuando el reloj anuncie la media noche.
La última tradición es en Dinamarca. La tradición manda romper los platos tras la cena de Año Nuevo. Antiguamente –y todavía en algunas zonas– la vajilla se estampaba contra la puerta de los seres queridos, que quedaban encantados con la acción puesto que representa cariño y buenos presagios para el año siguiente.
Curioso también el rito de saltar desde lo alto de una silla a las doce en punto. Esta tradición afirma que trae buena suerte a todo el que lo hace, por lo que no es raro ver a todos saltar del mobiliario de sus casas para atraer todos los vaticinios positivos que les sea posible.