La leyenda de Sherlock Holmes continúa con cada año que pasa. Los descendientes del escritor inglés debieron reunir una millonada en derechos de autor cuando su creación emblemática se convirtió en uno de los personajes literarios que mayor número de adaptaciones ha cosechado en series y largometrajes.
El cine ha revivido al detective y a su inseparable compañero, el doctor Watson, en múltiples ocasiones. Pero es ahora que la industria de hostelería ha decidido probar este fenómeno. Entre ficción y realidad podemos visitar una réplica de su apartamento en el restaurante Sherlock Holmes y sentarnos a tomar el famoso te con uno de los personajes míticos del reino Unido.
Las raíces de este pub temático son la gran admiración que sienten los ingleses por su detective literario más internacional. En 1957, la empresa de hospedería Withbread and Co. compró una exposición completa sobre Sherlock Holmes. Con este tesoro en sus manos, y gracias a la ayuda de la familia de Sir Arthur Conan Doyle, los propietarios lograron abrir un hogar permanente para las piezas en un antiguo pub de la calle Northumberland, que está decorado a imagen y semejanza del apartamento que compartieron Holmes y Watson en la calle Baker.
Las únicas excepciones que no recrean el mundo del detective son la amplia cristalera de marco negro de la fachada, a imitación de una antigua cafetería británica; el bar, que se encuentra alrededor de un mostrador principal y el elegante restaurante de paredes tapizadas y mobiliario en granate y negro. Los colores del crimen, un aperitivo del lugar que nos mete en sintonía, mientras saboreamos los platos típicos de la gastronomía inglesa. Desde los clásicos fish and chips y el roast beef hasta los steaks, los solomillos, el pudin de chocolate o el pastel de manzana.
Nos introducimos y encontramos habitaciones que parecen más pequeñas de lo que son. Esta sensación es debido al desorden controlado en las paredes y la enorme cantidad de objetos que contienen. El revólver del doctor Watson, el violín que Holmes tocaba a altas horas de la madrugada, estanterías donde se amontonan frascos con sustancias químicas y libros, pipetas y microscopios, una mesita de te de rasgos orientales, sillones cercanos a una chimenea. Los famosos bastones y hermosas pipas. Papeles y carpetas de lomo de cuero esparcidas por doquier.
El backstage del restaurante es el mausoleo de Sherlock Holmes. La cantidad de objetos es tal que apenas deja espacio para pasearse por las estancias. Nada que falta o que no debiera estar ahí. Cada centímetro de la habitación es un recuerdo, una frase, una escena, un capítulo o una aventura entera del célebre detective. De ahí que el local se considere como la mayor y más completa exposición «viviente» de Holmes que se conserva en el mundo.
Las atracciones principales son el salón de estar y el estudio, donde aguardan una réplica de Holmes y Watson. Por el resto de las estancias se hallan repartidas otras efigies de los actores que encarnaron a los personajes. Algunas de ellas, elaboradas con tanto detalle que parece que en cualquier momento cobrarán vida y exclamarán: «¡Elemental, querido Watson!».
Es un viaje literario con los recuerdos del famoso detective y su fiel compañero.