La exposición Call Parade, que ha conquistado las calles de Sâo Paulo que durante el mes de junio, varios artistas votados por un jurado han convertido en piezas de arte muy originales a las olvidadas cabinas telefónicas, confinadas a un segundo plano desde el auge de los móviles, las Blackberrys y los smartphones.
Ya no pasan desapercibidas, y seguro que, al verlas, más de uno se le antojará utilizar estas cabinas de diseño. Pero para aquellos que no pueden visitar la ciudad en estas fechas, disponen de una galería fotográfica en la página web oficial del evento para votar su favorita.
Las hay para todos los gustos: una brillante bola de discoteca, el calendario lunar, un arbusto artificial, la cáscara de un huevo a punto de abrirse, un payaso pintoresco y cabezón, un ejemplo de la nube de números que guardas en la memoria, unas orejas gigantes, una cabina forrada enteramente de pantalones, otra con forma de mariquita o de pez, una con una tétrica calavera dibujada.
La lista es interminable como extraordinarios los motivos que las decoran. Quienes se sientan Einstein, su mejor opción es una cabina con forma de lóbulos cerebrales. Cada detalle de esta cabina parece realidad como si el cerebro se te ha salido del cráneo. Y tal vez si le das un beso a una cabina con forma de rana encuentres en su interior al príncipe que estás buscando.
Una dosis de imaginación que el Call Parade ha dado una nueva forma de expresión, de creatividad. Realmente, un verdadero museo urbano.