En estos tiempos de crisis y de demanda de nuevas salidas y un factible nuevo proyecto en otra ciudad u otro país, renuncie de incluir a Tokio en su lista, ya que se encuentra clasificada como la ciudad más cara del mundo.
Para la vida de un extranjero, Tokio sería la opción menos viable para vivir y lograr pagar el alquiler todos los meses. Así lo expresa el estudio elaborado por la consultora Mercer, que incluye seis urbes europeas y dos sudamericanas en los 25 primeros puestos.
La capital nipona ha desplazado del trono en esta lista a la capital de Angola, Luanda, que hasta este momento ostentaba la primera posición y este año pasa a segundo lugar, seguida por Osaka.
Las brasileñas Sao Paulo y Río de Janeiro se sitúan en los puestos 12 y 13 respectivamente, mientras Madrid y Barcelona, están en las posiciones 78 y 85 respectivamente.
En Europa, la primera ciudad que aparece en la lista de las más caras es Ginebra, en quinta posición. Moscú es la cuarta ciudad más cara del planeta, mientras que las suizas Ginebra y Zúrich están en la quinta y sexta posición respectivamente. Londres se registra en la vigésima posición. La también helvética Berna (14); Oslo (18); Copenhague (21) son las otras ciudades europeas entre los 25 primeros lugares de la lista.
En el continente americano, en Estados Unidos de América, Nueva York es la ciudad que aparece en el puesto número 13.
Entre las sudamericanas, Caracas ocupa el lugar 29; Bogotá el 53; Santiago de Chile el 74; La Habana el 99; Montevideo el 118; Lima el 120 y Buenos Aires el 121.
Según el ranking, que tiene en cuenta los precios de la vivienda, el transporte, los alimentos, la ropa, los artículos del hogar y el entretenimiento.
El estudio se basa en el costo de la vida en esas ciudades para un visitante estadounidense, por lo que la posición de las monedas locales respecto al dólar influye en la evaluación de cada una de ellas.
La aparición de ciudades africanas como Luanda, Yamena (Chad) y Libreville (Gabón) en los primeros puestos de la lista se debe, según los responsables del estudio, al coste extra que supone la seguridad para los trabajadores expatriados.