Es una película diferente, con un ritmo y una lógica propia, pero que excede los límites del documental y se adentra en la vida de un pueblo pos guerrilla, pos violencia, intentando recuperar su identidad luego de una gran guerra civil, que corrompió con todo.
Así, el lugar más pequeño resulta una crónica de una directora de El Salvador que llega hasta el corazón de la comunidad conformada por sobrevivientes de la guerra civil que entre 1979 y 1992 rajó en mil pedazos al pueblo salvadoreño de Cinquera.
«El lugar más pequeño nació en una de mis visitas a El Salvador, un día en que mi abuela salvadoreña me llevó a conocer el pueblo donde nació. Esa tarde llegamos a Cinquera por un largo camino de terracería, el camino era cada vez más verde y estrecho, sentía que íbamos a un lugar escondido en la montaña» comienza a relatar la joven directora.
Luego, explicó las idas y venidas del rodaje, las cosas que ha tenido que pasar para mostrar su verdad: «Cuando llegué al pequeño pueblo con apenas cinco calles y muy poca gente salí a caminar. Una anciana se me acercó y me abrazó diciéndome ¡Regresaste Rina! ¡Estás igualita! Yo no era Rina y nunca había visto a esta señora tan efusiva.»
En Competencia Latinoamericana, el film de la mujer excede los límites de una película comprometida y va más allá.