Aún no hay detalles concretos sobre la boda de la hija del matrimonio Clinton, aunque sí una gran ola de rumores.
Se dice que en abril, el gerente de Le Petit Bistro, un exclusivo restaurante de Rhinebeck, Nueva York, recibió un misterioso llamado de la dueña de Astor Courts, una propiedad vecina de 20 hectáreas. Según le dijo, quería hacer una reserva «para invitados muy especiales», cuyas identidades revelaría momentos antes de que llegaran.
Resultó ser que los invitados incluían a Chelsea Clinton, la poco mediática hija del ex presidente y de la actual secretaria de Estado.
En ese momento, no pareció un hecho destacado. Pero ahora esa cena se ha convertido en otra evidencia más de una red de intriga que se extiende de Washington a Nueva York sobre el evento social de la temporada: el inminente casamiento de Chelsea, de 30 años, con Marc Mezvinsky, de 32, un banquero de 3G Capital Management, hijo de dos ex legisladores demócratas, uno de los cuales estuvo preso por fraude.
La boda, prevista para el 31 del actual, está tan envuelta en secreto que en Washington, donde la madre de la novia se ocupa de la diplomacia internacional de Barack Obama, es más difícil averiguar detalles del evento que de la estrategia del presidente para Afganistán. Ni siquiera los invitados conocen dónde se celebrará: las invitaciones decían que sería a una distancia de auto de Manhattan y que se enviarían especificaciones una semana antes del gran día.
Eso no ha impedido que circulara toda clase de rumores. En este momento, todos apuestan a que la boda se celebrará en Astor Courts, un pabellón Beaux Arts construido entre 1902 y 1904 para John Jacob Astor IV como evocación del Grand Trianon de Versalles. La propietaria de la mansión, que contribuyó a la campaña de Hillary, fue quien hizo la reserva del restaurante para Chelsea.
Los norteamericanos siempre han mostrado fascinación por los hijos de los presidentes, tal vez especialmente por Chelsea, que llegó a la Casa Blanca como una desgarbada chica de 12 años y que creció ante los ojos del país bajo un cono de silencio que ella rompió en pocas ocasiones, para hacer campaña por su madre, por ejemplo.
Hoy, Chelsea es una rubia rojiza muy chic, con un profundo interés en la política y, desde enero, una maestría de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia. En Mezvinsky ha encontrado una pareja cuya experiencia de vida se parece notablemente a la de ella.
Se conocieron en Hilton Head, Carolina del Sur. Ambos asistieron a la Universidad de Stanford, aunque su romance no floreció hasta hace pocos años, y ambos conocen de primera mano el precio de la derrota política y el escándalo. La madre de Mezvinsky, la ex representante de Pensilvania Marjorie Margolis-Mezvinsky, es una ex periodista que fue elegida en 1992 apoyada por Bill Clinton. Perdió su escaño dos años más tarde, después de votar a favor del presupuesto del presidente. Está divorciada del padre del novio, el ex representante por Iowa Ed Mezvinsky, que fue liberado en 2008 después de cumplir una condena de cinco años en prisión.
Los Clinton son extraordinariamente apegados a su única hija y últimamente han permitido que su entusiasmo por la boda se haga notar.
«Intentaré no llorar», concedió Bill Clinton durante un viaje a Sudáfrica. Eso fue después de confesar que su hija le había ordenado bajar ocho kilos antes de acompañarla hasta el altar.
Con respecto a la lista de invitados, es posible imaginar el enorme dolor de cabeza que representa. Se supone que asistirán alrededor de 400, aunque no los Obama.