Fue en 1943 cuando el diseñador francés Louis Renard tuvo la gran idea de acortar los más posible el traje de baño femenino para comodidad de ellas y el placer visual de ellos. El único problema es que ninguna chica quería ponerse la prenda el día del desfile y de la presentación. Así que el señor Renard tuvo otra gran idea. Llamó a una chica del casino de París llamada Michelle Bernardini.
Cuando la joven bailarina se puso la prenda exclamó: ¡Señor Renard, su prenda será más explosiva que la bomba de Bikini!
Y es que resulta que por aquellas fechas, los Estados Unidos habían realizado pruebas nucleares en un atolón del Caribe muy cercano a las islas de Bikini. Dichas pruebas dejaron un desastre ecológico en aquella parte del mundo que aún en estás fechas resulta irrecuperable.
Sin embargo, la joven Bernardini tuvo razón, la bomba de Bikini dejó una marca irreparable en el Tierra, pero la prenda llamada Bikini, sigue siendo hasta ahora la ventana que nos enseña los suaves cuerpos de las mujeres, cuya piel es un palacio perfecto para habitar.