Cuando se va a viajar a Noruega hay que tener en cuenta el frío y por eso es tan importante ir bien abrigado para disfrutar a pleno del paisaje. Un flamante aeropuerto recibe al viajero a su llegada a Oslo y desde allí se puede tomar un tren hasta el centro de la ciudad.
Los olores de la capital noruega, sobretodo en otoño, son cautivadores. Se trata de un lugar apacible, calles amplias y silenciosas (el transporte público es eléctrico), con un verde oscuro predominante en las decoraciones de los pubs y de los bares que recuerda a Inglaterra, país al que los vikingos noruegos invadieron varias veces. La gente goza de un estado de bienestar que genera alegría espiritual y provoca el deseo de que todos los países vivan de esta manera, cercana a la felicidad.