Varias de las más famosas marcas de bebidas han recurrido a los más famosos artistas o diseñadores para crear etiquetas que salgan de lo común, integrando el arte y la pasión por las bebidas espirituosas.
Sin embargo, nadie había llegado tan lejos como J&B, firma que acaba de contratar a Sébastien Mathieu, del famoso estudio de tatoo Le Sphinx, para que aplicase su famosa mano como tatuador para una edición especial.
Las botellas de la «J&B Tattoo by Sphinx» representan un homenaje a la cultura underground de Londres, y se expondrán, como si fuesen obras de arte, en el bar Publicis Drugstore de los Campos Elíseos y en el restaurante L’éclaireur en la Rue Herold de París.
Mathieu ha creado veinticinco croquis que aparecerán plasmados en una serie compuesta por veinticinco botellas, numeradas y firmadas por el artista, en edición limitadísima, que pasarán a integrar la colección privada de la marca.
El proceso de tatuado no fue sencillo. Las botellas debieron ser recubiertas por una capa de látex, similar a la que se utiliza para hacer prácticas de tatuaje, y demandaron casi 20 horas de trabajo.
J&B, tal vez la marca de whisky más famosa, nació en 1749 en Londres, y su auge comenzó en 1831 cuando adopta la marca J&B, del comercializador de vinos y licores Justerini y Brooks.
El tatoo tuvo su origen cuando los marineros al servicio de Su Majestad británica retornaban a Londres, y querían dejar testimonio de sus aventuras por los mares del mundo.
En principio fue denostado y restringido a presidiarios y gente de mal vivir, pero luego fue ganando adeptos entre las clases acomodadas, siendo fundamentales para su auge figuras como el Príncipe Bertie, luego conocido como Eduardo VII, quien se hizo en 1862 su primer tatuaje.