El recorrido de la carretera costera del litoral noruego ofrece un viaje completamente diferente, por el cual vas atravesando una naturaleza única que nos enseña vistas espectaculares y profundas. Para hacer este recorrido te recomendamos que vayas parando en diferentes puntos. Uno de ellos es la gargantea Flydalsjuvet cerca de Trollstigen en donde puedes hospedarte en el Juve Hotel, que cuenta con siete habitaciones nordic style en el bosque. Este lugar se ha convertido en referencia mundial entre los hoteles de diseño.
La complicada orografía de esta costa hace que un tránsito por barco de apenas 20 minutos, se convierta en una sinuosa travesía que puede llevar medio día por carretera. Es por ello, que no es insólito pensar que los vikingos fueran marinos.
Recorrer este lugar por tierra firme le da visitante un sinfín de sensaciones muy particulares. El recorrido entre Kristiansund y Ålesund, dos de las más hermosas ciudades noruegas, es el más recomendable. A través de túneles bajo el océano y espectaculares puentes sobre los fiordos, la carretera 64 marcha hacia el sur. Haholmen es la primera parada. En esta pequeña isla se instaló hace un siglo una fábrica de bacalao. Actualmente, es un hotel con encanto, pero al estilo noruego. Cada habitación ocupa uno de los edificios de la antigua factoría, conservándose su interior como entonces. No faltan una sopa de pescado a la antigua usanza ni el olor a salitre y a abedul nórdico.
Más allá de Molde, la carretera interrumpe a través de los Alpes Escandinavos por el lugar que parece menos recomendable, es donde están el Trollveggen, mejor conocido como la pared de los Trolls que es el paredón más alto de Europa de 1.800 metros de altura, y la Trollstigen, o sea la Escalera de los Trolls. En el estacionamiento al pie de sus reviras una señal de tráfico avisa: «Peligro, trolls», con la característica silueta de uno de esos personajes malhumorados y apestosos. Una vez que llegas al mirador, se admira un escenario dramático y puedes observar también la singular carretera por la que se transita.
Geiranger es la siguiente etapa. La extensión de este fiordo es de 110 kilómetros y tiene una profundidad de 800 metros. Atraviesan sus laderas granjas perdidas, innumerables cascadas, sobre las que destacan las Siete Hermanas, siete hilos blancos de agua y espuma que se precipitan desde 500 metros de altura sobre el fiordo. Por todo esto, el lugar es patrimonio de la humanidad que recibe 160 cruceros y 600.000 turistas al año.
Al final de este recorrido, te recomendamos la ascensión del Dalsnibba, una montaña colgada sobre Geiranger y en la que es ideal para practicar el esquí durante el invierno.