La India es un lugar lleno de colorido y olores a especias y repleto de música de gongs y cánticos monásticos y dioses de distintas religiones. Las Grutas de Ellora son un conjunto de templos y estatuas talladas con una sorprendente exactitud en las rocas de los montes Charanandri, a unos 30 kilómetros de la exótica Aurangabad. Este complejo ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El complejo religioso es la columna vertebral de las creencias budistas, hinduistas y jainas, además de ser un atractivo de peregrinación tanto para sus feligreses como para cualquier persona que admira la belleza y la serenidad del complejo religioso. También es una posada para aquellos que no saben qué hacer con su vida ni cuál es su lugar en el mundo, y que necesitan un lugar aislado, solitario y envuelto en una atmósfera de meditación donde escuchar en el silencio las respuestas que les susurra el alma.
La escritora Elisabeth Gilbert, auguró que la India siempre es el destino ideal para rezar y toparte frente a frente con los secretos y misterios mejor guardados de tu corazón.
La bajada gradual del relieve de la montaña, proporciona el acceso a su interior. Tres clanes divinos conviven prácticamente ocultos, sentadas en tronos o erguidas como guardianes de la montaña, dioses convertidos en piedra siguen nuestros pasos por los chaytas (templos) y viharas de este monasterio cavernario, una obra maestra de la escultura que se funde con la magia de la naturaleza. El templo más famoso es el de Kailasha, cuyas paredes reproducen un monte sagrado que simboliza el hogar de Shiva en la cumbre del Himalaya.
La exactitud, el detalle y la superficie pulida de los monumentos es tal que es imposible creer que hayan sido labrados directamente en la pared de la montaña. Son una hazaña técnica y artística que sintetiza el sentimiento de diversidad y respeto que es el espíritu de la India. Las grutas más tempranas pertenecen a la corriente budista, pero los inicios de su construcción -entre el año 600 y 1000 d.C- coincidió con un periodo en el que esta religión entró en decadencia, por lo que empezaron a excavarse templos hinduistas y jainistas fusionando los tres cultos en un mosaico alterado que, a pesar de su ulterior numeración, no conciernen con el orden cronológico original.
Todavía, en la actualidad, la fecha precisa en que fueron construidos estos templos rupestres sigue siendo un misterio.
Los visitantes que deseen visitar la ruta de cuevas, casi dos kilómetros que penetran a distintos niveles en el seno de Charanandri, pueden también aprovechar disfrutar una cita a solas con el corazón, la conciencia y la mirada culta y ancestral de los antiguos Dioses, eternamente vigilantes.