Amy Winehouse no fue la única cantante que abusó de las drogas a tal punto que llegó a la muerte. La vocalista del grupo norteamericano Black Eyed Peas, Fergie, admitió que fue adicta a la metanfetamina y que superar esa dependencia no fue un camino fácil.
«La cosa es que cuando tienes una personalidad adictiva, fama y éxito, las drogas están ahí cada noche. Y te enganchas. ‘Oh, mañana lo dejo’. Me miraba al espejo y decía: ‘Voy a dejarlo’ y al día siguiente llamaba a mi camello. Pero lo superé», confesó la artista en Showbiz Spy.
La cantante también confesó que las drogas tienen dos caras opuestas. «Creo que a veces te conducen a la brillantez y otras veces al desastre. Esa es mi respuesta», explicó.
Recordemos casos como la hija de Ryan O’Neal. Tatum, quien fue detenida por la policía en Nueva York intentando comprar crack y cocaína por la calle. Ella intentó escabullirse alegando que «estaba intentando meterse en un papel para una película en la que tenía que hacer de drogadicta».
Otros ejemplos de drogadicción son los de las «niñas beverly» como Lindsay Lohan y Britney Spears, quienes, a pesar de su fuerte adicción, pudieron salir adelante. La gran accesibilidad a los estupefacientes, la fama prematura, las noches de juerga, les han llevado a entrar en este mundillo del que les está costando salir. Llevan miles de millones de dólares gastados en clínicas de rehabilitación.