La estrella mundial del golf, Tiger Woods, parece haber iniciado un camino en picada desde que se desató el escándalo de su vida sexual que lo llevó a separarse de su anterior esposa Elin Nordegren. Además de perder su matrimonio, a partir de allí también perdió su imagen y su aura de “invencibilidad” en el campo de golf.
La promesa de reconstrucción de la marca de Tiger de volver a ser el jugador dominante del golf se transformó en un juego errático y con lesiones en la rodilla izquierda que lo dejan a sus 35 años, muy lejos de la cumbre que ocupó por 14 años. Ahora ocupa el puesto 15 en los rankings del deporte, el más bajo desde que ganó su primer torneo importante, el Masters del 97.
El próximo Abierto de Golf de Estados Unidos tendrá lugar en Congressional, en las afueras de Washington, en un campo que Woods adora y en el cual ganó el Nacional de AT&T la última vez que jugó allí en 2009.
Woods twitteó: “No juego en el US Open. Muy desilusionado. Frustración de corto plazo es la ganancia del largo plazo”. Se espera que vuelva a jugar a partir del mes de julio, después de fisioterapia.