Mónaco revive momento de esplender con una nueva boda real. El próximo 2 de julio el príncipe Alberto de Mónaco contraerá nupcias con la atleta sudafricana Charlene Wittstock, quien se transformará en princesa. Después de las informales y accidentadas vidas conyugales de las hermanas de Alberto, Carolina y Estefanía, y a cincuenta y cinco años de la boda del príncipe Rainiero y la actriz americana Grae Kelly, el principado de la Costa Azul francesa se prepara para un nuevo enlace real que promete estabilidad y brillo.
Cuatro mil invitados acudirán a la fiesta y las calles del principado se engalanarán para darle marco al recorrido de salutación de futura pareja real a sus súbditos y visitantes –se esperan más de 200.000 personas para participar en los festejos– en un coche híbrido al finalizar la ceremonia. La celebración proyecta tres días de actividades entre las que se cuenta una cena en la ópera, un un espectáculo de fuegos artificiales y un gran baile de gala.
Regresa así el cuento de hadas a un país que ha sabido utilizar la belleza de su costa y de sus princesas para centrar el foco de atención de la prensa social,además de asociarse como un lugar concentración de grandes fortunas.
Alberto de 53 y Charlene de 22 se conocieron de manera casual cuando ella fue a competir a los juegos Olímpicos de Sydney, en Australia y el era miembro del Comité Olímpico Internacional.