Luego de dejar Rusia, mi siguiente destino fue Varsovia, la capital de Polonia. Sus palacios, iglesias y mansiones presentan una gran riqueza de color y de detalles arquitectónicos; los edificios son representativos de casi todos los estilos y períodos de la arquitectura europea.
Y es la arquitectura de esta ciudad una de las cosas que más me gustan, pues es una muestra del gótico, renacentista, barroco y neoclásico, los cuales vemos en construcciones localizadas a pocos pasos del centro. Varsovia cuenta con gran cantidad de museos y galerías de arte, como el Museo de la Aviación Polaca, la galería de arte Zach?ta, el Centro de Arte Contemporáneo, el Museo del Ejército Polaco y el Museo Nacional, que es el mayor de ellos, y que cuenta con numerosas sedes ubicadas en distintas partes de Varsovia, en particular en el Castillo Real y el Palacio Wilanów.
El centro histórico de esta ciudad, que fue completamente destruido a raíz del Alzamiento de Varsovia en 1944, fue reconstruido meticulosamente después de la guerra, y en 1980 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como “ejemplo destacado de reconstrucción casi total de una secuencia histórica que se extiende desde el siglo XIII hasta el siglo XX”.
Con la entrada de Polonia en la Unión Europea en 2004, Varsovia experimentó el mayor crecimiento económico en su historia. Ahora es es uno de los principales centros económico-financieros y culturales de Europa Central.
Algunos de los lugares que también recorrí fueron la Plaza Mayor del Barrio Antiguo, el castillo Real en el Barrio Antiguo, la calle Krakowskie Przedmie?cie (Suburbio de Cracovia), que forma parte de la denominada “Ruta Real” de la capital polaca, y el Palacio de la Cultura.
Y justamente frente al Palacio de la Cultura y en el corazón de la próspera y desarrollada capital polaca se encuentra el nuevo hotel cinco estrellas InterContinental Warszawa, donde me hospedé. Este hotel proporciona no sólo un hito arquitectónico como uno de los edificios más altos de la ciudad, sino también los servicios que están diseñados para superar las expectativas de quienes ahí nos hospedamos.
Este majestuoso hotel consta de 326 habitaciones y 75 suites residenciales, las cuales están exquisita y completamente equipadas con la más alta y reciente tecnología. Ideal para quienes viajan en plan de negocios y para quienes siempre buscan estar actualizados.
En sus tres restaurantes y en sus dos bares pude disfrutar de una deliciosa muestra de la gastronomía polaca e internacional. Los menús están coordinados por Thorsten Hort, el chef ejecutivo.
Aquí también aproveché para consentirme un poco y descansar de las largas caminatas en el Riverview Wellness Centre, localizado en el piso 43 y 44, en donde se ubica la piscina, el gimnasio, el sauna, el solarium y en donde se ofrecen los masajes y los tratamientos de belleza, al mismo tiempo que se contempla la espectacular ciudad. Yo salí de ahí renovada.
El InterContinental Warsaw ha sido reconocido como Poland’s Leading Hotel 2009 y por Expedia Insider’s Select 2010.
Luego de descansar en el hotel decidí salir de nuevo a recorrer las calles para probar algunos restaurantes y hacer un poco de shopping local.
La gastronomía polaca es muy amplia y no hace falta gastarse muchos zlotys para comer bien en Varsovia. En esta ciudad probé el pierogi, uno de los platos más típicos de la cocina polaca y rusa, la sopa de remolacha, el bigos (se puede considerar el plato nacional de Polonia), entre otros platillos. En la parte dulce, por supuesto que no me quedé con las ganas del típico pan de jengibre, los pasteles con miel y canela.
Como recuerdo está el ámbar del báltico, presente en la cultura y el arte de Polonia desde hace siglos y es el producto estrella de este país y con el que realmente se crean artículos muy lindos.