Cualquier persona a la que le apasionen las palabras y los nombres ingeniosos se habrá dado cuenta de que, dentro de la palabra “anatómico”, está contenido el futurista término “atómico”. Trasládese en su imaginación hasta los años 60, con sus fantasías de drones, coches voladores
y energía inagotable, y a buen seguro su cara esbozará una sonrisa.
La ciencia, el optimismo y la comodidad para las personas eran elementos omnipresentes en todos los rincones. El ingenio relojero de aquella época supo percibir esa tendencia. Una nueva forma de ver los relojes, por supuesto, y una prometedora visión: relojes que se fundieran con las formas del cuerpo humano, un diseño “anatómico” armonioso que se adaptara a la muñeca para aportar una comodidad absoluta y una estética sublime.
En términos equiparables a los actuales, la comodidad de llevar implantado un chip que indicara la hora… pero, gracias al Anatom, de una forma mucho más hermosa. Al principio, el proyecto Anatom fue una evolución relativamente natural a partir de todo lo que el DiaStar había aportado. Ese innovador reloj había conseguido transformar en realidad el concepto de resistencia absoluta a los arañazos mediante la fusión de un cristal de zafiro con una caja de “metal duro”, una aleación prácticamente indestructible de carburo de tungsteno.
Los proyectos posteriores se tradujeron en una primera versión denominada originalmente “DiaStar Anatom”, que buscaba combinar esa extraordinaria resistencia con algunas novedosas ideas de diseño. Entre ellas se incluía un perfil más fino y fluido en armonía con la muñeca: más “anatómico”, tal como el nombre del reloj sugería. El público de la marca estaba familiarizado con la colección DiaStar y, con el uso de ese nombre compuesto, se pretendía introducir el “DiaStar Anatom” original de una forma más reconocible y progresiva. Y el plan funcionó.
Tal como Rado afirmaba en los primeros anuncios publicitarios: “Para su novedosa familia de relojes DiaStar resistentes a los arañazos, la marca ha logrado crear una forma que se adapta a la anatomía humana. Ahora, la colección se conoce como Rado DiaStar Anatom. Nomen est omen”.
A pesar de que el latín no se suele usar en publicidad, la elegancia y la importancia de esas palabras aún resuenan en la actualidad. De hecho, este idioma preciso y elemental resulta perfecto para hablar acerca de relojes con un diseño atemporal y materiales extremadamente resistentes. La materialización de uno de los primeros diseños, que ya apuntaba en la dirección que finalmente tomaría el Anatom, se había bautizado con el “aséptico” nombre de V2200, con
tintes ligeramente futuristas; sin embargo, a medida que el modelo fue evolucionando, el nombre “Anatom”, mucho más evocador, se convirtió en el protagonista y eclipsó a sus rivales.
Desde su aparición en 1983, el nombre Anatom estaba predestinado a dejar una huella indeleble en las generaciones futuras. Los objetivos de diseño y desarrollo de Rado estaban evolucionando, e iban más allá de la promesa de durabilidad eterna del DiaStar para transformarse en una forma igualmente atemporal, a la par que anatómicamente armoniosa: la forma de la exclusiva colección Anatom. Se estaba produciendo una expansión que iba más allá de la simple atemporalidad en cuanto a resistencia superficial o durabilidad y se adentraba en el territorio de la atemporalidad estética y de carácter: un reloj que, además de ser resistente
a los daños físicos, tuviera un estilo casi eterno.
La esencia del concepto Anatom era el cristal de zafiro de última generación, bellamente conformado para adaptarlo a la muñeca con un diseño de una sola pieza sin armazón. Este brillante concepto visual conseguía una forma que resultaba sugerente incluso antes de tocar el cristal. Cualquier persona que esté familiarizada con la extrema dureza del zafiro sintético es consciente del extraordinario proceso que se debe seguir para conseguir esto en ambas caras del cristal. Esto requiere herramientas de diamante y mecanizado de alta precisión, y, por supuesto, la determinación inquebrantable de una mente diseñadora para conseguir algo verdaderamente único en términos de perfil y carácter global. Los primeros diseños se realzaron
con elementos ornamentales “conseguidos mediante una fina decoración con oro y otros metales preciosos”, tal como se indicaba en un comunicado de prensa de mediados de los años 90 acerca del Anatom.
Otra de las habilidades magistrales de Rado, sutil pero indiscutible, era el arte de la metalización con oro u otros materiales. La claridad y la personalidad del nombre “Anatom” han soportado perfectamente el paso del tiempo. Esta palabra se ha mantenido como un poderoso nombre comercial durante más de 30 años. Hoy, los cientos de miles de relojes Anatom de las primeras colecciones siguen manteniendo su belleza intacta.
La llegada de la versión de cerámica de alta tecnología en 2023 supone tanto una mirada hacia el pasado de una excepcional familia de productos como una atrevida declaración con la vista puesta en el futuro, que lleva el paradigma de lo “anatómico” a nuevas y sublimes cotas de comodidad y estética atemporal. Aunque en su día el Anatom cautivó en gran medida por sus características de excepcional resistencia, la nueva versión de cerámica es verdaderamente la cúspide de la pericia relojera en cuanto a aspecto y comodidad