Hace unos días Pineda Covalín abrió un nuevo espacio que enriquece la oferta cultural del centro del país. Esta casa museo ubicada en Querétaro ofrece a los visitantes un diálogo entre la biodiversidad mexicana, la riqueza histórica, la vigencia de las tradiciones, el lujo transformado en objetos de arte y una visión de modernidad que se propone desde México hacia el mundo.
El recorrido inicia con una instalación que busca definir la identidad mexicana a partir de diversos materiales históricos. Se muestra una representación de la seda heredada de la Nao de China y su presencia en la vida cotidiana de México en el siglo XVIII, donde el arroz, la talavera, las finas sedas, la pólvora y el papel picado llegaron desde el Lejano Oriente y fueron adoptados por los pueblos de las diferentes regiones.
También se presenta una visión del arte plumario. Otra manifestación del sincretismo mexicano, la aportación de la tehuana, con su presencia que se ve resaltada en el color y los resplandores de la seda. Se halla asimismo la cosmogonía del pueblo huichol, retomando el antiguo arte del tapiz de estambre como una voz que habla del mundo mágico y sagrado del pueblo wirrárika. La talavera remonta al diálogo que se establece entre Europa y Oriente, con México como lugar de encuentro.
Otro espacio dedicado al color, la belleza es el ciclo volador de la mariposa monarca que transporta a la riqueza natural de una región del centro México.
Casa Pineda Covalín es un hogar donde los amuletos atrapan al visitante, juegan con la imaginación y ahuyentan los malos sueños. Precisamente el atrapasueños, es una protección mágica donde quedan retenidos los deseos.
Igualmente se puede apreciar un tzompantli de calaveras de seda, como un espacio rebosante de color, de diseño audaz y saturado de historia; un tzompantli que ilumina con el fuego eterno del final y el comienzo, que es también el mismo espíritu que habita la Casa Pineda Covalin.