Los Pueblos Mágicos del Estado de México son lugares asombrosos por su rica tradición y atractivo, en donde se puede disfrutar desde la belleza de sus calles, lo pintoresco de sus construcciones, las delicias culinarias como también el calor de su gente. Los mexiquenses cuentan con cinco de estos esplendorosos lugares.
Tepotzotlán
Tepotzotlán, a los pies de la Sierra, ofrece uno de los destinos más agradables para vacacionar. El visitante es recibido por los herreros y ebanistas que elaboran artesanías reconocidas en el mundo entero. Los antiguos colegios jesuitas de San Martín y San Francisco Javier, así como sus edificios, tan representativos del barroco churrigueresco, dan testimonio de la rica historia del lugar, que se remonta al siglo XVIII. El Museo Nacional del Virreinato y el Acueducto de Xalpa, en el Parque Estatal Sierra Tepotzotlán, son ineludibles para los viajeros interesados en la historia.
El Oro
El recorrido continúa en El Oro, cerca de la frontera con Michoacán. Su historia se remonta al siglo XVIII, pero sin lugar a dudas su encanto reside en la rica arquitectura europea, de corriente Art Nouveau y neoclásica; recuerdos del pasado minero de El Oro, que vio llegar oleadas de ingleses atraídos por la fiebre del oro. El Teatro Juárez, el Palacio Municipal, la Estación de Trenes y el Museo de Minería son ejemplos de esto.
Metepec
Metepec es un ejemplo extraordinario de Pueblo Mágico. En él coinciden modernidad y tradición de tal forma que conviven centros comerciales de lujo y construcciones de gran tecnología como el Centro Panamericano de Ecología y la sede de la Radio y Televisión Mexiquense, con edificios históricos, fruto de la tradición novohispana. Es el caso del Convento Franciscano, que data del siglo XVI, o del Templo del Calvario, de inspiración neoclásica. La gastronomía local es deliciosa, y la artesanía permite entrar en contacto con leyendas indígenas como la de la Tlanchana, que se aparece en el agua de noche. Sus calles de noche ofrecen el ambiente bohemio idóneo para perderse en largas caminatas.
Malinalco
Malinalco constituye una de las más bellas estampas del país. A los pies de la montaña, la niebla se arremolina para guardar el silencio y la tranquilidad de este paraje cubierto por flores. Es imprescindible acudir a pescar la trucha que se cenará esa noche o a disfrutar de una tradicional nieve después de haber visitado los Santuarios del Cerro de los Ídolos.
Valle de Bravo
Valle de Bravo se ha convertido en el destino consentido de los habitantes de la capital que acuden a relajarse a orillas del lago que en el siglo XVI anegó el valle que da nombre a la localidad. Clubes de golf, yates y hoteles de lujo ofrecen el descanso perfecto para los aventureros que se atrevan a practicar parapente o esquí acuático. Imprescindible visitar el Santuario de Santa María en el que se venera a un Cristo Negro.