No es un relojero cualquiera. Françoise-Paul Journe hizo su propia marca de la nada, creó su propia manufactura, sus movimientos y sus piezas y en tan sólo 15 años cosechó coleccionistas, prestigio y hasta premios. Es ganador del Grand Prix de la Relojería del que tiene “tres manecillas” (digamos, en términos gastronómicos, que sería como tener tres estrellas Michelin) y es una de las estrellas del SIAR.
“Es el Mick Jagger de los relojeros”, dice el experto Carlos Matamoros, editor de la revista ‘Revolution’, “dice lo que quiere, es provocador, no sigue estándares y hace un estupendo trabajo creativo, sin el amparo de nadie”, comenta el experto.
Basta decir que lo expulsaron de la preparatoria por mala conducta, “a mí los únicos estudios que me interesaban eran los de relojería; quería hacer mi propio reloj porque sólo así iba a poder tener uno”, dice Monsieur Journe con su característico buen sentido del humor, en entrevista exclusiva con Masaryk.TV.
De adolescente problema a joven prodigio
De su pequeño pueblo marsellés, se fue a vivir a París con su tío Michel Journe, un relojero restaurador de piezas antiguas, del que aprendió el oficio.
Sin embargo, su tío le aconsejó estudiar las artes de la relojería con técnicas formales “y para eso tenía que matricularme y, por lo tanto, acabar la preparatoria, así lo hice muy en contra de mi voluntad sólo para ser admitido a L’Ecole d’horologerie de Paris”.
Al tiempo que estudiaba relojería trabajaba en su propio reloj: un tourbillon de bolsillo elaborado con piezas antiguas que había rescatado del taller de su tío. La misión era imposible, pero luego de muchos años de intentarlo, “funcionó, y me quedó espectacular; no sólo servía sino que me di cuenta que podía hacer lo que quisiera”.
Lo llamó Tourbillon Souverain. Eran los años 80. Para entonces, se había corrido la voz por todo París de que un joven restaurador era capaz de crear movimientos de pulso en relojes de bolsillo. La fama llegó al resto de Europa, y pronto, marcas de todo tipo comenzaron a buscarlo para encargarle trabajos de restauración para firmas inglesas y suizas.
De lacayo a propietario
Uno de esos clientes le propuso llevarlo a Ginebra con una sociedad, “que no fue para nada favorable, se enriquecieron a costa de mi talento y yo no ganaba lo que yo esperaba”. Pero ese periodo de cinco años fue fundamental para que aprendiera cómo se hacían las cosas en las grandes ligas.
Pero el joven Mick Jagger relojero decidió en ese momento que ya no quería ser “el lacayo de nadie”, y que tenía que lanzarse al vacío y crear su propia marca. “Estuve haciendo algunos trabajos por aquí y por allá cuando volví a París, hasta que pude reunir el capital para hacerlo”.
Pero más que el dinero, lo que necesitaba para entrar al mercado de las grandes ligas era una pieza que pudiera competir; ya la tenía en mente, se trataba de una nueva versión de pulsera de su propio Tourbillon Souverain, cuyos cambios dibujó sobre una servilleta, que por supuesto, aún conserva.
Le llevó cinco años más lograr el modelo perfecto. Para 1999, Journe había conseguido el capital para montar su propia marca y logró poner su pequeño stand en la feria de Basel en el 2000 y su tourbillon fue un éxito.
A partir de ahí se volvió un prometedor rockstar en la relojería profesional, donde su atractivo slogan resultó poderoso; se trata de la frase latina “invenit et fecit”, que significa ‘hecho a sí mismo’, lo que resume por completo la marca. “No le debe nada a nadie, por eso no es discreto con sus opiniones”, dice Carlos Matamoros.
Los Grand Prix
En tan sólo tres años, sus siguientes piezas se convirtieron en objetos del deseo de coleccionistas, y receptáculo de premiaciones de alto rango. Ganó el premio del Jurado con su Octa Calendrier, en el Grand Prix de Ginebra, en 2002; el siguiente año se llevó el premio al reloj masculino con su Octa Luna, y en el 2004, el mayor premio, el Águila de Oro para su Tourbillon Souverain Segundo Muerto.
A partir de ahí todo ha ido en ascenso, “los coleccionistas ya conocen la marca; al principio, cuando llegaba a algún lugar donde no la conocían, se quedaban un poco extrañados, así fue en mi primer SIAR, pero una vez que conocen las piezas se vuelven asiduos”, dice ‘Monsieur Journe’, como lo conocen en el trade.
Diez años después de su gran boom, la marca ha acumulado tantos premios como innovaciones. Entre las últimas creaciones de Montres Journe están los guardatiempos limitados a tan sólo 10 piezas, como su Tourbillon de Aniversario lanzado en enero de este año, el Crhonomètre Optimum y el Grande Sonnerie Souverain, presentado en 2010.
En exclusiva, su Calendario Perpetuo
Uno de los relojes que iba a traer como estelar a este SIAR 2014 en México era el Calendario Perpetuo de Cambio Instantáneo, cuyo prototipo traía en la muñeca, “tuvo un año de atraso y ni modo, la confiabilidad de la precisión no se puede comprometer”.
Lo más curioso es que no le llamaba la atención hacer un calendario perpetuo, “porque a eso de tener que irle a dar servicio cada cinco años no le veo lo perpetuo, yo quería hacer algo verdaderamente perpetuo, sólo por molestar”, comentó entre risas.
La innovación está en que es de cambio instantáneo, que salta a la media noche y el cambio completo de fecha sucede a las 16 milésimas de segundo, un grandísimo logro dentro de las complicaciones de la alta relojería. No es cualquier cosa.
“Es muy difícil porque es como una ruleta rusa que tiene que detenerse en un número específico, o sea, en la fecha específica”. Cambia y se detiene, no como otros calendarios perpetuos que no tienen la energía suficiente para ello.
Esta pieza es un gran reto, por eso, en medio de la materialización del proyecto, le entraron las dudas. “Es angustiante cuando ya va a salir; a veces mi equipo sufre un poco porque se preguntan, ‘¿lo lograremos?’, y la incertidumbre nos ataca, pero de alguna manera siempre sé que lo vamos a conseguir porque cuando tengo una idea quiero hacerlo, así me tarde. Nunca me doy nunca por vencido”.
Sólo falta encontrar la tan ansiada “perfección en la precisión” y podrá salir al mercado, en enero del 2015. Por guardatiempos como estos, ha logrado posicionarse entre las marcas independientes, que cada vez ganan más terreno a los gigantes de la relojería.
Mejor Rolex, que Montblanc
“Yo hago una producción limitada de un reloj verdaderamente especial, en lugar de hacer 20 relojes menores sólo para vender”, dice FP Journe, que no se tienta el corazón para lanzar cuestionamientos a las grandes firmas, como Richemont, que agrupa a Montblanc y Jaeger Le Coultre, entre otras marcas.
“Piensa en Jager Le Coultre, que tienen ese fabuloso Gyrotourbillon. Bueno, pues el coleccionista lo compra, pero resulta que su chofer trae el Reverso; perdón, pero con todo respeto para la marca y el chofer, eso ya no es exclusividad, porque lo que tiene que ser exclusivo es la marca, no el reloj o una colección particular”.
Entendemos, ahora, por qué le dicen Mick Jagger… Defiende su postura como relojero independiente y critica que a grupos como Richemont, “les encanta hacer eso» de crear piezas espectaculares al mismo tiempo que colecciones pequeñas, que van a todos los targets, “y lo peor es que la pieza espectacular tampoco es muy creativa, sino que se monta en las tendencias en lugar de proponer e innovar. Las marcas pequeñas no hacemos ninguna de las dos cosas”.
Matizable o no su crítica, sin embargo, reconoce que otros gigantes de la relojería son originales y respetan al cliente que busca exclusividad, “como Rolex, ellos saben lo que hacen y lo que quiere su coleccionista. Los respeto muchísimo”.
Su convicción es que ante la globalización de la relojería, las pequeñas marcas obtienen el beneficio de la individualidad. En tiempos en los que el cliente quiere ser único, “es donde aparecemos nosotros”, y mientras más perfecto, más arriesgado y especial, “más lujosa es una marca”.
Con estos preceptos tan claros, su camisa sin corbata y su humor negro, el talentoso Monsieur Journe destaca por ser diferente, y sobre todo, por hacer relojes diferentes. Un rockstar entre los rockstars.