El día de ayer la Fondation de la Haute Horlogerie llevó a cabo un taller privado de iniciación a la relojería.
Begoña Rodríguez representante y personal autorizado por la FHH para impartir este taller junto a Rudolf Pluer relojero mexicano quien tiene una empresa de servicio para marcas de lujo llevaron a los ochos integrantes del taller a un viaje al interior de un reloj mecánico.
Un reloj es un instrumento para medir el tiempo y existen dos familias: relojes electrónicos y relojes mecánicos. Para diferenciarlos es muy fácil, los electrónicos ocupan una pila o muelle mecánico mientras que los mecánicos utilizan un órgano regulador para funcionar.
En esta ocasión el reloj que ocupamos fue un ETA 6497-1, se producen para muñeca y bolsillo, tiene un diámetro de 3.6 centímetros y un alto de .45 centímetros, cuenta con 17 rubíes que reducen la fricción y su reserva de marcha es de 46 horas.
Relajados, la silla en su punto más bajo ya que debíamos estar lo más cerca posible de la mesa por cuestiones de visión, brazos relajados recargados sobre la mesa y luz bien direccionada hacia nuestra área de trabajo fueron algunas de las recomendaciones para empezar a quitar las piezas de nuestro reloj.
Pero antes debimos conocer las herramientas con las que estaríamos trabajando: tres desatornilladores, brucelas o pinzas, palillo de plástico que sustituye a todo aquello que quieras manipular con los dedos, un monóculo de relojero, sistema de soporte para el reloj y un pequeño almacén de organización de componentes el cual sirve para no perder ninguna de las piezas.
¡Listos!, el lado del puente fue el área en la que trabajamos.
Primero, quitamos el puente de rodaje, la rueda de centro, la rueda primera, la rueda de segundos y la rueda de escape, debíamos ser muy cuidadosos ya que no debíamos tocar el barrilete.
Después, el puente de volante, el puente de áncora, la áncora pieza que forma parte del proceso de creación de energía ya que recibe el impulso de la rueda de escape que quitamos anteriormente y por último una de las piezas esenciales para el funcionamiento óptimo de un reloj, el volante espiral, al remover este elemento debíamos ser lentos, si hacíamos algún movimiento brusco muchas o casi todas de las piezas cercanas a ella saldrían volando tal como lo vemos en las películas.
Por último, retiramos el puente de barrilete, el muelle de cliquete una de las piezas más pequeñas del reloj que se toma con las brucelas con máxima delicadeza, tiende a brincar y desaparecer, el cliquete, la rueda de corona y la rochete.
¡Desarmado terminado!
Posteriormente, volvimos a colocar cada una de las piezas, en este proceso Rudolf Pluer debía hacer un chequeo antes de continuar para asegurar que nuestro reloj comenzará a latir al poner la última pieza es decir el volante espiral.
Aunque tuvimos algunos problemas con la áncora y el muelle de cliquete, pudimos terminar y ver como nuestro reloj se movía. Begoña Rodríguez y Rudolf le entregaron a cada uno de los asistentes una constancia de asistencia al Watchmaking Worshop realizado por la Fondation de la Haute Horlogerie.