«Cuando caes en manos de la masificación, pierdes el control del cliente». Tal vez en este concepto esté resumido el espíritu de Burberry, en boca, nada más ni nada menos, que de John Williamson, su jefe de mercadotecnia.
Lujo y distinción en la ropa y los complementos, pero sin perder de vista el criterio de la exclusividad. Cada prenda se cuida al detalle, con diseños originales y sin perder de vista su imagen distintiva: la de ese caballero inglés montado en un corcel.
Este ha sido, indudablemente, el principal activo de Burberry, que este año celebra sus cien años en el mundo de la moda, y cuyos creaciones vende en tiendas propias y en grandes almacenes de prestigio.
Hoy, sus diseños son lucidos por las personalidades y celebrities más distinguidas del planeta, en parte gracias al trabajo de Christopher Bailey, su Director de Diseño.
Además, también controla un negocio por catálogo y tiene su propia línea de fragancias, y la Reina Isabel II y el Príncipe de Gales le han concedido el título de Proveedor Real.
Claro que para llegar a este presente, la marca ha transitado una historia que comenzó allá por 1856, cuando el modisto Thomas Burberry abrió su primera tienda en Winchester Street, en el condado de Hampshire, Inglaterra.
La calidad de sus trabajos le permitieron convertirse, en 1911, en proveedro de ropa y tiendas de campaña del primer hombre en llegar al Polo Sur, el explorador noruego Roald Amundsen.
Años atrás, en 1879, creó un prototipo de abrigo resistente al agua, su famosa gabardina, aunque la fama y el reconocimiento no llegarían hasta los años ´60, cuando tomó forma el corporativo escocés y se expandiera con productos que fueron desde los paraguas a la bufanda.
Fue hasta 1914 cuando se produce un hecho que, con los años, se convertiría en histórico, como el patentamiento de la gabardina y su denominación como Trench Coat, un nombre que continúa vigente hasta hoy.
Tan exitosas fueron sus colecciones que en 1942 Burberry debuta en el cine, a través de Humphrey Bogart en la cinta Casablanca de 1942, y con Desayuno de Diamantes, en 1961, con la inolvidable Audrey Hepburn.
Hasta finales del siglo siguieron sus éxitos, con hitos notables como las fotos de Kate Moss enfundada en la Trench Coat, que disparó la demanda de la gabardina.
Nuevo siglo renovado
Entrado el siglo XXI, y con Christopher Bailey como Director Creativo, Burberry se abre a un público más urbano y más joven, sin dejar de cuidar a su clientela más «tradicional».
“Cuando llegué a la firma no lo hice con la intención de cambiarla radicalmente, al contrario, analicé su DNI y respeté elementos tan representativos como el trench o las bufandas para que sus clientes no dejaran de reconocerla”, dijo el creativo al tiempo de desarrollar su tarea.
Aunque el propio Bailey reconoce que hubo duras batallas contra la imagen heredada, como cuando debió realizar una campaña con Agyness Deyn, musa de la marca entonces, para mostrar a la «mujer Burberry». Y en la renovación ha tenido mucho que ver, por ejemplo, la incorporación de Mario Testino como colaborador desde 1998.
Muchas son hoy las celebrities fanáticas de Burberry, entre las que se cuentan Kate Moss, imagen de la marca allá por el año ´98; Emma Watson, protagonista de las campañas otoño-invierno 09/10 y de primavera-verano 2010; Agyness Deyn, rostro de la campaña de primavera-verano 2008 y del perfume The Beat o Alexa Chung, entre otros.
El concepto ha variado, pero el espíritu Burberry sigue intacto. Con las nuevas tecnologías y la vista puesta en un público más joven, pero haciendo de la exclusividad un culto y levantando la bandera de que la marca se impone a la moda.