No tendrá el glamour de París ni el contenido histórico de Roma, pero Dublín, la capital de Irlanda, puede presumir de tener la iglesia donde descansan los restos de San Valentín.
El tempo de Nuestra Señora del Monte Carmelo gaurda, desde hace 178 años, tan preciada reliquia, que se ha convertido en orgullo de los dublineses y que ha despertado la devoción por los huesos del patrón de los enamorados, a pesar de que la mayoría de los turistas ignoran tan importante hecho.
De hecho, San Valentín se mantiene prácticamente oculto a los ojos del visitante que busca el famoso «craic» autóctono (algo así como divertimento en lengua gaélica), que conforman el bullicio de la charla mientras se disfruta una cerveza negra, con música en vivo en algúb pub irlandés.
Sin embargo, son los habitantes locales quienes se acercan a diario hasta esta iglesia carmelita del centro de Dublín, más conocida como «Whitefriar», para presentarse ante el santo y pedirle que les arregle «no solo los asuntos del corazón, sino también los de la vida en general», explica el padre Bernard Murphy, en información que recoge Milenio.
«Viene mucha gente a escribir en el libro que acompaña a los restos sobre las cosas que son importantes en la vida», dice el superior de la congregación, quien cree que podría hacerse más desde el punto de vista del turismo para aprovechar este obsequio del papa Gregorio XVI.
Aquel pontífice decidió premiar las dotes oradoras del carmelita irlandés John Spratt regalándole en 1835 un sarcófago de madera -protegido ahora por una urna de cristal- que lleva el escudo de armas papal y dos placas de oro.
Éstas guardan la carta redactada en inglés por el cardenal Odescalchi que trajo consigo el célebre monje desde Roma y, debajo, se puede leer en otra lámina metálica un extracto de la misiva.
El texto dice: «Este relicario contiene el cuerpo sagrado de San Valentín el Mártir, junto con un pequeño recipiente teñido con su sangre».
Por supuesto, precisa el padre Murphy, entendemos que no son los únicos restos del santo que hay en el mundo y tampoco sabemos con certeza «si hay algo más, además lo que dice la carta», pues el pequeño cofre no ha sido nunca abierto y mantiene el sello papal intacto.
«Hay parejas de jóvenes que vendrán el día de San Valentín y no será inusual encontrarse con algún chaval que pedirá de rodillas matrimonio a su novia, con toda la alegría y risas que ello conlleva», cuenta el carmelita.
Cada 14 de febrero, recuerda, la congregación ofrece lecturas y oraciones especiales al santo durante las siete misas que se celebran, al tiempo que también se bendicen los anillos de las parejas que van a contraer matrimonio.
Frente a la estatua del patrón de los enamorados, señala, se erige la de San Judas Tadeo, el patrón de las causas perdidas.