Cada año la ballena gris llega a Baja California Sur en busca de aguas templadas y poco profundas con el objetivo de reproducirse y dar a luz a sus crías.
El avistamiento de estos colosos del mar es una experiencia que debes vivir. ¡Te encantará!
La larga travesía que realizan estos mamíferos desde las heladas aguas de Bering de Alaska y Chukchi hasta llegar a las templadas aguas de la costa occidental de Baja California Sur, es uno de los espectáculos más fascinantes que se pueden apreciar en el mundo.
Cada año, a principios de noviembre, un signo inequívoco del cambio de estación ocurre en esta zona del país: la migración de la ballena gris, que viene desde las heladas aguas del ártico, hasta las frescas corrientes del norte mexicano.
Las ballenas hacen una travesía e 20,000 mil kilómetros, permanecen en costas mexicanas durante el invierno y emprenden el viaje de regreso a finales de marzo.
Un agradable clima, las aguas poco profundas y la abundante vida marina, hacen de la península de Baja California un lugar perfecto para dar a luz y criar a sus ballenatos.
Igualmente para los visitantes no hay mejor lugar para ver este espectáculo natural que Los Cabos.
Hay varias formas de observar a estos magníficos cetáceos en su hábitat natural. Algunas compañías ofrecen tours de avistamiento a bordo pangas o lanchas rápidas, que cuentan con todos los permisos, seguros y chalecos salvavidas.
Las lanchas salen desde el muelle de Cabo San Lucas y el paseo tiene duración de 2 horas y media. Eso se convierte en una agradable e instructiva excursión.
El costo de esta actividad oscila entre los $1.200 pesos por adulto y $800 pesos por niño (menor de 10 años).
La observación desde la playa, con un par de potentes binoculares será la opción para quienes prefieran no embarcar. Sólo se requiere encontrar un buen punto de observación y una dosis de paciencia.
Las costas mexicanas reciben a 5 de las 11 especies conocidas
Cabe destacar que de las 11 especies de ballenas conocidas en el mundo, cinco llegan a costas mexicanas, entre ellas, la jorobada, la gris, la piloto, la esperma y la azul y en ocasiones se puede apreciar la orca. Ese recorrido de seis meses es el viaje más largo de todas las especies migratorias del planeta.
Preservación
La preservación de la ballena gris en los santuarios mexicanos es una realidad y muestra de ello es que, año con año aumenta el número de estos en los mamíferos en la Laguna Ojo de Libre.
A pocos kilómetros de ahí, afuera de la laguna, se estima que el número es similar aunque la mayoría son machos que vigilan para impedir la entrada de las orcas, que son el principal depredador de los ballenatos.
En los tres santuarios, al oeste de Baja California Sur: Laguna de Ojo de Liebre, San Ignacio y Bahía Magdalena, las ballenas pasan el invierno seguras y pueden llevar a cabo su ciclo reproductivo sin ser molestadas.
Síndrome de «la ballena amistosa«
A finales de febrero se da el síndrome de «la ballena amistosa» que es cuando la madre y el ballenato se acercan a las embarcaciones buscando el contacto con las manos de los visitantes, quienes, en muchas ocasiones logran besarlas.
La naturaleza es sabia
La naturaleza dotó a las ballenas de un sistema de mediación del tiempo que se califica de extraordinario; su arribo a los lugares extremos casi nunca se retrasa más de cinco días.
La población de estos cetáceos es de 17 mil, aproximadamente.
Las hembras inician el recorrido a través del pacífico norteamericano, desde las islas Aleutianas, por el Golfo de Alaska, hasta los territorios de crianza, en las lagunas Ojo de Liebre, Guerrero Negro, San Ignacio y Bahía Magdalena, en la península de Baja California.
Las ballenas próximas a ser madres son las primeras en llegar, seguidas por las hembras inmaduras y las receptivas.
Más tarde se presentan los machos adultos y los jóvenes, que son los últimos en aparecer.El número de individuos aumenta entre enero y marzo.
Desde finales de diciembre hasta principios de febrero, ocurren los partos después de una preñez de más de un año.
Las ballenas grises paren en las lagunas costeras, donde la alta salinidad del agua facilita la floración de sus crías, además de la abundante ración de comida que facilita la producción de leche para amamantar a los recién nacidos.
El ballenato al nacer pesa alrededor de 500 kilos y mide 4 metros, pero dos meses más tarde con el alimento de la leche materna, sobrepasa las 2 toneladas y alcanza hasta los 7 metros de longitud.