Los vinos nacionales imponen su derecho a la identidad a través de sus etiquetas ciento por ciento elaboradas en México. Vinícola Fraternidad es un ejemplo de ello: creada por cinco amigos, comenzó en los tacos del de la Portales y terminó con un viñedo proyectado por Ricardo Legorreta.
“Un pueblo que no bebe su vino no sabe de donde viene”, es el mantra vinícola, atribuido al gastrónomo y novelista español Manuel Vázquez Montalbán. México es un país vinícola desde tiempos de la Conquista, e increíblemente, lucha 500 años después por un lugar entre su gente.
Las grandes bodegas hicieron su parte, pero ahora ha tocado el turno a los viñedos boutique ofrecer calidad, pero sobre todo, una historia de identidad y amor al terruño mexicano. Así nació Vinícola Fraternidad.
Un domingo, Salomón Cohen y sus mejores amigos salieron a rodar en bicicleta por distintos mercados del Distrito Federal, donde probaron platillos típicos mexicanos, “pero nos hacía falta algo para maridarlos”.
Desde la taquería del Güero en la Condesa, el mercado de Yácatas en la Portales, los famosos tacos de Loera, la barbacoa de Lázaro Cárdenas y las tostadas en el Mercado de Medellín, hasta el caldo de camarón en la cantina Nuevo León, disertaron sobre todas las posibilidades de encontrar al vino perfecto para maridar con toda clase de comida mexicana, incluidas las garnachas placeras.
“Entonces decidimos hacer el nuestro”.
Un vino de autor
Rentaron una pequeña bodega en Valle de Guadalupe, Baja California, “para empezar”. Cohen, un antiguo textilero dedicado actualmente a dirigir a la vinícola, viajó por Europa para especializarse en enología y luego a Napa Valley para estudiar con uno de los expertos más celebrados del mundo, George Taber.
El siguiente paso fue convocar al rockstar de la enología mexicana del nuevo siglo, José Luis Durand, que había revivido la casa Domecq en los 90 y revolucionó los vinos boutique con sus creaciones. Pusieron a su alcance las mejores uvas de los productores locales.
Sin cruda…
Durand trabajó de cerca con Cohen y supo dar en el blanco no sólo para lograr originalidad en vinos de maridaje, sino en un vino para beberse solo, como Trazo, su etiqueta estelar.
El secreto fue que, cuanto menos grados de alcohol, habrá menos sal, “y por lo tanto menos sulfitos, esto se traduce en menor resaca y dolor de cabeza”, dice Cohen, a quien, vale mencionar a propósito de esto, que el sommelier Steven Spurrier, considerado el más grande conocedor del vino mundial, le dijo en la pasada ExpoVino 2013, que no le cambiara nada a Trazo.
Legorreta, al quite
Vinícola Fraternidad quedó fundada en 2008, “pero nos faltaba nuestra propia bodega”. Cohen tuvo entonces una alocada idea: invitar al despacho Legorreta + Legorreta a unirse al convoy. En principio no hubo un acuerdo…hasta que se topó a Ricardo Legorreta en un restaurante, por casualidad.
Su sorpresa fue inmensa cuando al arquitecto creador del hotel Camino Real le entusiasmó la propuesta y le ofreció precio de fraternidad. “Dijo que nunca había hecho algo similar y que quería apoyar al vino mexicano”.
Legorreta dibujó un boceto, que Cohen todavía conserva, y desarrolló un proyecto espectacular no sólo para el edificio de la bodega sino para los viñedos. “Estamos buscando construirla próximamente”, dice Cohen.
El vino de los amigos
Vinícola Fraternidad fue de los últimos trabajos que dejó listos Ricardo Legorreta antes de fallecer, en 2011. En su honor y agradecimiento, las etiquetas de los vinos llevan el primer boceto de la bodega, dibujada por el afamado proyectista.
Ese es el es el espíritu de la bodega, “la amistad contenida en una botella”, por ello, los amigos de Vinícola Fraternidad cuidan cada detalle de su preciado caldo, “para hacer un excelente vino mexicano para nuestros compatriotas”.
Maridaje a la mexicana:
Nuva, blanco: Chardonnay, Sauvignon Blanc y Moscato Canelli.
Ideal para empezar, con ensaladita y botanas ligeras.
Ímpetu, rosado: Grenache, Syrah y Chardonnay,
Bueno para los ceviches y las tostadas de mariscos, o para dar la bienvenida en la cena navideña o de Año Nuevo.
Lienzo, tinto: Nebbiollo, Cabernet Sauvignon,
Ideal para el mole rojo, si es dulce, aún mejor.
Boceto, tinto: Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Nebiollo:
Buenísimo con romeritos picositos, con mole negro oaxaqueño adobo o hasta un pozole rojo.
Trazo, tinto: Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Petit Verdot.
Es el vino estelar de la noche, muy bien con pescados condimentados; también con pastas y aves, como el bacalao o el pavo.