En la antesala de los Grammy Latinos, esos premios que no son de aquí ni de allá y que hacen esfuerzos enormes por comerse la mayor tajada del pastel que cocina la industria musical en español, Yandel, el ex integrante de ese dúo inclasificable conocido como Wisin & Yandel, hizo votos para “que las grandes estrellas nos unamos”.
No se supo exactamente a qué se refería. No sólo si hacía alusión a la previsible reunión en el escenario del Mandalay de Las Vegas con su ex Wisin, sino también a si ese paradigma de “gran estrella” que parecía adjudicarse para sí un artista desconocido para muchos era mencionado a causa de un coma etílico muy bien disimulado.
¿Será por eso que estos chicos que defienden algo informe y decadente llamado música urbana siempre usan gafas de sol en la oscura madrugada? Preguntas que quedan sin respuesta, como las que origina en cada una de sus apariciones públicas la soberana del pop contemporáneo Lady Gaga.
Esta semana la neoyorquina volvió a visitar a nuestro británico favorito e hizo pasar calores al querido Graham Norton, sobre todo cuando casi se larga a llorar por la comunicación vía Skype con uno de sus fans: un muchacho negro de gran copete que la llamaba bitch a cada segundo.
Peor lo tuvo el guapo y talentoso Jude Law, quien sentado al lado de la intérprete de “Born this way”, tenía que buscar su mejor posición para que el enorme penacho (no el de Moctezuma pero casi) que llevaba la cantante en su cabeza no le quitara un ojo.
Pero amamos a Gaga, eso que ni qué. Nos cae mejor que la niñita Miley Cyrus, cuyos actos cotidianos son sin duda la expresión de un titiritero que le mueve los hilos desde atrás, tan difícil que resulta vender discos cuando no se canta ni se compone de manera decente.
Dirán que hay amargura en mi comentario. Así es. Amarga saber que la ex Hannah Montana se ha quitado las cejas en la víspera. Ahora, sin neuronas y sin cejas, ¿qué será de la muchacha que tan de a cuadritos le hizo la vida a Liam Hemsworth?
Y si no nos creen, piensen lo desesperado que habrá estado el chico como para salir corriendo a buscar refugio en ese monumento a la inteligencia disfuncional que es nuestra Eiza González.
Como sea, esta semana no ha sido de Gaga ni de Miley: ¡Toda la atención se la llevó la Elenita!