Ya está todo listo para la boda de mi querido Luis Miguel Moreno con la hermosa Andrea Wade, el próximo 7 de diciembre. Aparte de que son grandes amigos, me tocó conocer la historia de amor desde el principio y sé que este soltero de oro se enamoró profundamente, porque de que “esquivó varias balas”, las esquivó y muy hábilmente.
Ella es encantadora, estudió diseño de modas en Abiti y es una zapatómana consumada, súper chic y siempre elegantísima para toda ocasión. Le tengo muchísimo aprecio y sé que tendrán un matrimonio padrísimo y formarán una familia excepcional, como la del propio Luis Miguel, a cuya mamá, Iliana, le mando muchos abrazos, es una gran dama y una mujer llena de energía.
¡¡Los amo!!
En otras celebraciones, no les dije que fue mi cumpleaños, porque, bueno, ya a los mid thirties una no quiere festejar, no me culpen, así que cuando me invitaron al día siguiente a la cata vertical de bodegas Viña Real, fui con el ánimo decaído, muy mona, eso sí, dispuesta a olvidar los azotes de los años…
Viña Real pertenece a la Rioja Alavesa y la cata la dirigió su enólogo Joan Pujol. Una cata vertical significa que se ofrecen botellas con etiquetas idénticas, pero de distintas añadas. Sí, eso lo sabía… Pero nadie me dijo que las añadas iban a ser, literal, la historia de mi vida: cosechas 2006, 1998, 1988 y 1973.
Ahí nomás, ¡que no se me olvide cuántos años tengo! Yo me lo tomé personal. Muuuuy personal. Cuando vi la cosecha 1988 casi me da un ataque, ¿y saben por qué? ¡Porque me acuerdo muy bien de lo que estaba haciendo a esa edad! ¡Sí! Yo viví los ochentas muy consciente y hasta me puse hombreras. Gulp…
Total que ahí estaba yo, mientras el enólogo hablaba de grados alcohólicos, preguntándome sola en mi mente: “¿Qué estaba haciendo en 1998?” Bueno…las respuestas mentales casi me hacen ahogarme en la mesa.
Por supuesto no estaba muy al pendiente de las largas piernas del vino, sino de todo lo que me provocaba acordarme de mis juveniles peripecias de reportera futbolera, de mis novios de antaño, de mis escapadas al antro, de mis pleitazos con las amigas y hasta de la blusa talla 5 que me quedaba (bueno, 7), y los tiempos que ya no volverán…Bu. Bu. Bu.
Seeee, eso es lo mejor de las catas verticales, que el novedoso sabor te transporta a imágenes que ya tenías olvidadas. (O sea…ahí nada más le dicen a mi ex novio el Rafa “hola”, por los viejos tiempos, jejeje).
Para cuando logré desaparecer de mi mente mi blusa talla 7 (bueno, 9), puse atención a la cata: la idea es que conozcas el vino como realmente es y no como dicen los mitos. Mito 1: los Riojas son rígidos y pesados. Mito 2: los Riojas no se deben oxigenar nunca. Mito 3: los Riojas pierden cuerpo con los años.
Primero, el chef del Teppan Grill del Hyatt Polanco propuso un maridaje con carpaccio de atún, pescado y arrachera. Con todos funcionó padre el 2006 y aún, el 1998. O sea, no es pesado.
Segundo, luego de probarlos te das cuenta que los vinos jóvenes son los que se deben oxigenar, porque si hacemos eso con un Rioja vivo y alto en madurez, lo matas. No es la Denominación de Origen, es la edad del vino…
Y la otra es que, con los años, efectivamente, todos los vinos se reducen dramáticamente (como mi juventud, buaaaaa) tanino y acidez. Pero, ¡¿qué creeeeen?! Un buen vino riojano no pierde nunca untuosidad, ni elegancia ni sabor, y tampoco aroma, aunque en inicio parezca viejo, oxidado o extraño. A tercera o cuarta nariz ya descubres las frutas rojas ¡de hace cuarenta años!
Y por último, hago una apología a mí misma (entiéndanme, es la edad): señores, las mujeres, como los buenos vinos riojanos, mientras más años, mejor…excepto que yo no he perdido mis taninos. Maldito humor negro.
En esta foto Joan Pujol
En otros temas, le mando muchos abrazo y toda la suerte del mundo a mi querido amiguito Luis Thomas, quien fuera socio del Mía en Plaza Escenaria en San Jerónimo, y que recién inauguró el Molly en la misma locación.
Pero no nada más eso, también abrió una agencia de relaciones públicas con Karlita DIaz Leal. Esperamos que les vaya muy bien y que tengan muchos clientes y buenas oportunidades, que el piarismo no es un tema fácil. ¡¡Viva la juventud!!
Para terminar, tengo una queja contra Jacky Bracamontes que ya no les pude chismear la semana pasada, pero resulta que ha sido ascendida como embajadora global de Hublot, marca relojera de la que ya era vocera hace tres años. Pues bueno, en la presentación de la nueva línea Big Bang Fluo, la adorada tapatía dijo que se sentía muy honrada porque, “cómo una simple mexicanita como yo va a llamarles la atención para algo tan internacional y lujoso”.
WTF??? A ver, Jacky, eres encantadora, te amamos por sonriente, dulcecita y buena onda, pero… “¡¡soy una simple mexicanita!!” O sea, mana, si tú te sientes poquita cosa no te lleves a los congéneres entre las olas. Sentirse simple o insignificante no es cosa de dónde naciste, es cuestión de personalidad y de actitud. Digo, una cosa es ser humilde, lo cual se agradece, especialmente en el medio artístico donde no se les da mucho, pero otra muy distinta es decir esas cosas que suenan a diálogo de la India María en “Ni de aquí, ni de allá”.
La perdonamos nada más porque es Jacky, porque nunca es imprudente, nunca se mete en broncas, no habla mal de nadie y es súper linda, pero hay que cuidar lo que uno dice, si bien lo sabré yo…Ejem, ejem.
¡Nos leemos la próxima semana!