El mítico Golden Bridge se viste de cerámica negra para lucir una elegante interpretación de su arquitectura, fácil de reconocer entre las demás. Se suma a la complejidad de su movimiento baguette una caja elaborada de uno de los materiales más delicados para trabajar, en una sutil alquimia que asocia técnica y pureza estética.
Elaborar una caja de reloj íntegramente en cerámica es un ejercicio sumamente delicado. Para empezar, se deben inyectar los cristales en un molde a una presión de aproximadamente 980 bar. Esta operación constituye un primer reto, ya que la materia se debe repartir de manera perfectamente uniforme a fin de evitar toda aspereza.
Posteriormente se hornea la pieza a 160° durante unos treinta segundos para endurecer el material que aún está poroso. Un ejercicio muy complicado que hará que la cerámica pierda cerca de un tercio de su volumen para llegar a las dimensiones finales de 34 x 51 mm. El desafío es enorme, ya que el tiempo de horneado debe ser muy preciso y bastan solo unos segundos de más para que la caja se encoja demasiado para recibir al calibre.
El Golden Bridge de cerámica es una auténtica obra maestra de precisión llevada por una estética etérea. Cautivando todas las miradas, el movimiento baguette despliega su silueta longilínea en el corazón de la caja de forma tonel.
Creado en 1980, se impuso rápidamente como un auténtico icono de la relojería suiza gracias a su construcción sobre un eje vertical fuera de serie, lo que convirtió la transmisión de la energía en un desafío magistralmente elevado. Purista en extremo, el Golden Bridge de cerámica posiciona la corona a las 6h en el prolongamiento lineal de su calibre manual CO 113.
Su sistema de armado con brida deslizante evita forzar el mecanismo y además, se ha desarrollado un embrague específico para disociar el armado de la puesta en hora, en una ingeniosa construcción en la que las ruedas y los piñones están montados entre la platina y el puente.
El calibre no está dotado de un sistema clásico de raqueta sino de un volante de inercia variable, prueba de su gran precisión a largo plazo. Palpitando a una frecuencia de 4 Hz (28.800 alternancias por hora) para una reserva de marcha de 40 horas, está dotado de dos pilares visibles sobre los puentes para asegurar una mayor resistencia y rigidez y, por consiguiente, mayor precisión.
Perfectamente situado en su caja de cerámica negra dotada de cuatro cristales de zafiro – anverso, fondo y flancos de la carrura-, el movimiento baguette, que parece flotar como en estado de ingravidez, nos invita a hacer una inmersión de 360° en su hechicera mecánica lineal en el corazón de un cautivante juego de transparencias.
El puente superior de oro rosa 5N de 18 quilates ofrece a las miradas la firma Corum grabada amano, en torno a la cual ondulan finas volutas que representan las tres variedades de helechos que crecen en los bosques de La Chaux-de-Fonds, la región que vio nacer al Golden Bridge. Elaborada igualmente en oro rosa, la platina también enarbola delicados grabados realizados a mano en absoluto respeto de la más pura tradición de la Alta Relojería.
Las agujas bastón esqueletizadas que sobrevuelan el movimiento parecen girar felices por la ausencia de esfera destacando aún más la transparencia de la pieza, mientras que una elegantísima pulsera de piel de cocodrilo dotada de una hebilla de hebijón revestida de PVD negro completa el conjunto.